Crónica del siglo XXI
La crisis económica iniciada
en 2007
Zapatero engañó a Solbes con su relevo por Vegara para acelerar su marcha
EL ECONOMISTA. Marta Yoldi 9/05/2009
Zapatero le prometió a Solbes que Vegara le sustituiría, pero el relevo era Salgado. La familia Solbes se disponía a viajar a la India pero el ex vicepresidente les cuenta que se tiene que quedar en Madrid para asistir a su propio relevo. Un relevo pedido por él mismo pero que sucede de una forma muy distinta de como se le había prometido.
El matrimonio Solbes se dispone a hacer las maletas para visitar, en Semana Santa, a una hija que vive en la India. El día fijado para la salida del vuelo, sólo toma el avión la esposa. Su marido irá unos días más tarde y, por tanto, le obliga a cambiar el pasaje. A su familia le explica que tiene que quedarse en Madrid para asistir a su propio relevo. Un relevo pedido a gritos por él mismo, pero que no es el esperado. Todo ha sucedido al revés de como le habían prometido. El trastorno es doble para la familia Solbes porque, además, la urgencia con la que se ha hecho el cambio de billetes obliga a comprar uno nuevo sin devolución de ningún tipo por el anulado, se queja el afectado.
Estos hechos ocurrieron en el fin de semana previo a la Semana Santa de 2009. El viaje que hizo solo al subcontinente indio fue uno de los más amargos de la vida del ex vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda, según han confesado a EL ECONOMISTA fuentes cercanas al político. Su marcha del Gobierno se ha producido en medio de una de las peores crisis económicas que ha vivido nunca el país, pero es que, además, se ha ido engañado. Y engañado por su superior, el presidente del Gobierno.
Petición
No es un secreto para nadie que el anterior vicepresidente quería irse. Las gotas que han colmado el vaso son las prisas por cerrar el modelo de financiación autonómica, muy caro para unas arcas públicas que sólo pierden ingresos, y las complicaciones políticas que están enredando aún más en la situación de las cajas de ahorros del país.
Además, el PP pregona a los cuatro vientos que Solbes está agotado física y mentalmente y que ya no sirve para conducir la economía española. Estas críticas, aunque parezca que no, calan en un ministro que, efectivamente, está cansado "no de no tener ideas, sino de que no le hagan caso sus propios compañeros", comentan en algún que otro escaño del Congreso.
Pero antes de abandonar la sede de la calle de Alcalá, quiere dejar las cosas atadas en la medida de lo posible. Para ello, considera imprescindible que su sucesor fuera una persona de absoluta confianza, con su misma filosofía económica. Esa persona la tiene bien cerca, en su mismo edificio: el joven secretario de Estado de Economía, David Vegara.
En las semanas previas a la remodelación del Gobierno, Solbes habla con José Luis Rodríguez Zapatero para plantearle su salida. Esta vez quiere que sea definitiva y la decisión está muy meditada.
Además, Solbes le asegura al presidente que todo se hará con discreción, sin declaraciones que dejen entrever su hastío, como aquella de que lo único que envidiaba del ex ministro Fernández Bermejo era eso, que fuera ex. Aquella frase le valió al ministro económico "un buen toque" desde Moncloa, en palabras de su entorno. El ministro de Economía le pide al presidente que piense en Vegara como su sucesor. Además de tener su confianza, "tiene la de todo el equipo con el que trabajamos". También influye que la elección sería interpretada por la opinión pública como una continuidad en la moderación impuesta por el ministro alicantino.
Zapatero le da la razón
No pone reparos al nombramiento de David Vegara como ministro. El nombre del alto cargo ha sonado varias veces en las últimos meses como posible sustituto del vicepresidente, precisamente porque reunía las características que Pedro Solbes destaca a Zapatero.
Solbes se confía, tranquilizado por las promesas presidenciales. A sus colaboradores más cercanos les informa de que ha presentado la dimisión al presidente y de que éste le ha dado todas las garantías de que su marcha se hará como él le ha pedido. Cuando, con preocupación, los colaboradores de confianza -los primeros en salir del Ministerio cuando lo haga él- le preguntan si sabe algo sobre el nuevo ministro, el alicantino les tranquiliza y, sin decir nombres, les hace una descripción que coincide con la del secretario de Estado catalán.
Tras la conversación con Zapatero, David Vegara acepta el reto.