....HISTORIA DE ESPAÑA......

Reseña de La España en la presente crisis de Vicente Pou

Jesús Miguel Santos Román 20 agosto 2010 ReL

Resulta sorprendente la enorme cantidad de autores que la censura del olvido ha condenado al silencio más absoluto, a pesar de que, con gritos mudos, reclaman que su testimonio sea escuchado ante el tribunal de la Historia. Uno de tantos casos es el del catedrático Vicente Pou y su obra La España en la presente crisis, que obviamente no se refiere a la actual crisis económica, sino a la que vivió España con motivo de la proclamación de Isabel II como Reina y, con ella, del ascenso del liberalismo al poder.  

Sin restar ni un ápice a la contundencia de sus argumentos, la retórica del profesor Pou es de una agilidad espectacular cuando desgrana errores y desbarata prejuicios que, a pesar de los pesares, todavía hoy permanecen en los ojos de quienes se asoman al vértice de los siglos pasados. Para nada debe imaginarse que se trata de una obra maniquea presta al insulto fácil y a la charlatanería ácidamente mordaz, sino que ofrece numerosas pruebas y evidencias de todo tipo, apoyándose no en “el testimonio y estudiados elogios que les prodigan sus amigos y afiliados, o por las imputaciones e invectivas de sus enemigos, sino por sus propios actos, por la naturaleza de sus principios y sistemas, y por el resultado que éstos hayan tenido” (p. 7). Se trata de un auténtico maestro, que utiliza las propias declaraciones de sus enemigos para vencerlos.  

Para todos los que imaginan que el Carlismo se puede reducir a una mera disputa sucesoria, Vicente Pou señala con agudeza: “Muy ciegos sería que no viesen marcada desde el primer día la línea que separaba los dos campos, Carlos V y los principios monárquicos de su lado, Isabel II y la revolución democrática del otro” (p. 21). Se trata de una batalla entre dos cosmovisiones totalmente contrapuestas e irreconciliables. El autor es consciente de las acusaciones que, en el fragor de la batalla, se están lanzando contra el bando de la Tradición con el fin de derrotarlo en el plano doctrinal. Por ello, se apresura a desmentir las falsas imputaciones que ya en aquel tiempo se atribuye a los carlistas, tales como las de “absolutistas” (p. 14), “hombres de principios rancios y exagerados, estraños a los sentimientos de una sociedad culta, sin ideas para formar un sistema de gobierno que ofrezca garantías, intolerables y sanguinarios, por carácter y por habitud” (p. 212). Ya el sólo hecho de que la historiografía decimonónica los haya presentado con esta imagen tan diabólica como simplona debería levantar suspicacias en el estudioso del conflicto carlista.

  Por el contrario, el Doctor Vicente Pou nos presenta un Carlismo dinámico, no anclado en el inmovilismo, sino más bien dispuesto a extirpar “los abusos y vicios de administración, que una larga serie de errores y vicisitudes calamitosas habían introducido” (p. 138). Ahora bien, observamos un Carlismo que, sin negar lo anterior, permanece más atento a las “antiguas costumbres, sus fueros y sus libertades particulares” (p. 154) que al diseño de un aparataje político y administrativo, al estilo liberal. Asimismo, la presente obra hace caer en la cuenta de que ni la Guerra de la Independencia ni los sucesos posteriores del siglo XIX constituyen el desenvolvimiento de la verdadera voluntad de la Nación, pretendidamente liberal, si bien oprimida entre los rancios mecanismos del Antiguo Régimen. En realidad, y parece lógico, la gran mayoría de los españoles profesaban por aquel tiempo el credo de la Religión y la Monarquía, defendido por don Carlos V, lo que no impide que el profesor Pou distinga, de una forma realista, grados de lealtad y diversas afinidades dentro del amplio apoyo popular a la causa carlista (pp. 44 y 45).  

En cambio, los certeros dardos del profesor Pou logran minar la falsa imagen con que los liberales se revistieron a sí mismos. Se ofrece un dato que podría resultar impactante para muchos: La revolución, como es lógico después de lo afirmado en el párrafo anterior, vino desde arriba. En la obra se destaca más bien el continuismo que la ruptura entre los miembros y las tendencias de los últimos gobiernos de Fernando VII y los primeros liberales. En realidad, y esto sí que puede resultar chocante con respecto a lo que habitualmente se enseña sobre Historia, la revolución aunque “se decía popular, [fue] hecha sin el concurso del pueblo; y mientras se felicitaba a la Nación por haber roto las cadenas de su dura servidumbre, se canonizaba una insurrección militar por el glorioso hecho de haber forzado al Soberano a jurar una constitución que la Nación ni pedía ni deseaba” (p. 59).

  Como muestra de que la instauración del nuevo orden no fue una consecuencia natural de una supuesta voluntad popular, se puede destacar la crueldad que los diversos Gobiernos hubieron de emplear para acallar voces: “expidieron bandos horrorosos de exterminio contra Carlos V, y los defensores de sus derechos, condenando a muerte no sólo a los que fuesen cogidos con las armas en la mano, sino aun al paisano indefenso que prestase auxilio a los mismos (…) decretaron castigos terribles contra los padres, hermanos, y consortes de los que se alistaban en las filas de la lealtad: ellos los que dieron el bárbaro e inmoral egemplo de poner precio a la cabeza de sus enemigos” (p. 48). Y es que, como destaca el profesor Pou: “Aquéllos mismos en cuyo gobierno de tres o cuatro años se ha derramado más sangre, se han alzado más cadalsos, y se han cometido más asesinatos y horrores que no ha visto la España en tres o cuatro siglos, tratan a los defensores de Carlos V de bárbaros y sanguinarios” (p. 226).  

La España en la presente crisis es una de esas joyas que no pueden dejar de leerse si se quiere entender bien lo que sucedió a lo largo del siglo XIX, uno de los más convulsos de nuestra Historia, al margen de leyendas rosadas y viejas etiquetas que, paradójicamente, no por trasnochadas, dejan de tener una rabiosa actualidad. La figura del Doctor Vicente Pou, armado únicamente con el poder de convicción de sus argumentos, no dejará indiferente a nadie, y menos a quienes imaginan que el liberalismo es el legítimo sucesor de los valores culturales tradicionales de Occidente…  Publicada en el destierro, en Montpellier y en 1843, se reedita ahora por primera vez desde aquel entonces [Tradere, 2010]. Fue enjuiciada por Melchor Ferrer como una de las tres principales obras de aquel periodo histórico, junto con las Leyes Fundamentales de la Monarquía Española del mercedario Magín Ferrer, y El Protestantismo comparado con el Catolicismo y sus relaciones con la Civilización Europea, de Jaime Balmes. Contiene dos estudios sobre el doctor Vicente Pou, de Francisco Canals, y la noticia introductoria es del Historiador Josep Maria Mundet.