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Pablo incurrió en lo mismo por lo que había recriminado a Pedro
Saulo recrimina a Cefas por simular judaizar y forzar a judaizar [y Tito se libró de una buena...]
Ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio...
Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago [el Menor, el hermano del Señor], Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero.
Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos.
Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?»
Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado [Sal 143; Rom 3,20].
(Gal 2,3-16).
Pero el propio Pablo incurre en lo mismo [y Timoteo no se libró...]
Llegó también a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen testimonio. Pablo quiso que se viniera con él. Lo tomó y lo circuncidó a causa de los judíos que había por aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.
(Hch 16,1-3).
Porque antes
Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros».
Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión.
(Hch 15,1-2)
En el Concilio de Jerusalén
Algunos cristianos procedentes del fariseísmo pretendían mantener el precepto de la circuncisión
"Algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto".
(Hch 15,5-6).
Pedro se proclama apóstol de los gentiles antes que Pablo
"Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo":
«Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe».
(Hch 15,7-9).
Y Pedro proclama también la salvación por la gracia y no por la ley judaica antes que Pablo:
«¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?
»Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos».
(Hch 15,10-11).
Pablo y Bernabé también aportan lo que Dios ha obrado en los gentiles como prueba de que Dios acepta a los gentiles sin judaizar cumpliendo los preceptos judaicos:
"Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles".
(Hch 15,12).
Santiago el Menor, "el hermano del Señor", una de las "columnas de la Iglesia", respetado como tal por los cristianos procedentes del judaísmo más observante de la ley de Moisés, aduce [y reafirma] la profecía del reinado del Mesías de la Casa de David, en el que entrarán todas las naciones cuando triunfe, para aceptar también que no se les imponga a los cristianos ni la circuncisión, ni los demás preseptos de la ley judaica, excepto no comer animales estrangulados y sangre [porque todos los cristianos ya sabían que era inmoral la fornicación e incluso consumir alimentos ofrecidos a los ídolos, si era a sabiendas de que así se participaba en el sacrificio a los falsos dioses]:
"Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo:
«Hermanos, escuchadme. Simón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre.
»Con esto concuerdan los oráculos de los Profetas, según está escrito:
«Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída;
»reconstruiré sus ruinas,
»y la volveré a levantar.
»Para que el resto de los hombres busque al Señor,
»y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre,
»dice el Señor que hace que estas cosas sean conocidas desde antiguo [Am 9,11-12; Is 45,20, 22-24].
»Por esto juzgo yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios,
»sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre.
»Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas».
(Hch 15,13-21).
Esto es lo que deciden los apóstoles y presbíteros reunidos en el Concilio de Jerusalén:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
»Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos...
»hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:
»abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza».
(Hch 15,23-24; 28-29).---------------
"Aquel día levantaré la cabaña ruinosa de David, repararé sus brechas y restauraré sus ruinas; la reconstruiré como en los días de antaño,
para que posean lo que queda de Edom y todas las naciones sobre las que se ha invocado mi nombre, oráculo de Yahveh, el que hace esto" (Am 9,11-12)."Reuníos y venid, acercaos todos, supervivientes de las naciones.
Volveos a mí y seréis salvados confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe ningún otro.
Yo juro por mi nombre; de mi boca sale palabra verdadera y no será vana:
«Que ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en Yahveh hay victoria y fuerza!»
A Él se volverán abochornados todos los que se inflamaban contra Él".
(Is 45,20,22-24)
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"La ley no da sino el conocimiento del pecado. Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen -pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios- y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús".
(Rom 3,20-26).
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