HISTORIA DE ESPAÑA
Etapa
en el poder del PP de Aznar (1996-2004)
Los crímenes de la ETA y su
castigo
Así fue la investigación y el rescate de Ortega Lara en 1997 tras 532 días de secuestro
LD | Agencias, domingo, 1 de julio de 2012
Se cumplen quince años de la liberación de Ortega Lara y el jefe del equipo que lo rescató rememora los secretos de la investigación y el rescate.
Este domingo 1 de julio de 2012 se cumplen quince años de la liberación de José Antonio Ortega Lara, convertido a partir de ahí en uno de los hitos de la lucha de las autoridades contra la banda terrorista ETA. Su secuestro mantuvo en vilo a España durante 532 días hasta que la Guardia Civil lo rescató del zulo en el que lo mantenía confinado la banda terrorista.
El jefe del equipo de investigación de la
Guardia Civil que lo rescató rememora en una entrevista
exclusiva con EFE la operación, y reconoce que cualquier error
lo habría "condenado" a una muerte segura.
"Fueron más de 500 días de secuestro, más de 500 días de
chantaje que el Estado supo aguantar. Su liberación fue una
victoria tremenda", destaca en su primera entrevista con un
medio de comunicación sobre el dispositivo que puso fin al
secuestro del funcionario de prisiones, del que mañana se
cumplen 15 años.
Aquel 1 de julio de 1997, el actual teniente coronel jefe
de Operaciones en la lucha contra la ETA era el
responsable del operativo de la Guardia Civil que tenía, como
única misión, encontrar vivo a Ortega Lara y detener a sus
captores.
Un secuestro "político" que se había convertido en la
"primera preocupación" de los españoles, no solo por
la supervivencia del propio secuestrado, sino porque cada día
que pasaba "se chantajeaba un día más al Estado",
subraya.
"BOL", la pista decisiva
Durante aquel año y medio largo de secuestro, la Guardia Civil
siguió sin éxito decenas de pistas, hasta que una nota
encontrada en una agenda intervenida a un líder terrorista
etarra detenido en Francia encendió una luz de esperanza en los
investigadores. La inscripción "Ortega 5K",
seguida del monosílabo "BOL", llamó
la atención de los agentes, que estaban convencidos de que la
nota significaba el pago de "5 kilos" -5 millones de
pesetas- a un tal "BOL" para el mantenimiento del
secuestro.
A partir de ese momento se inició una carrera contrarreloj para
identificar a "BOL". En el punto de mira apareció
José Manuel Uribetxeberria Bolinaga, un hombre
de mediana edad, vecino de Mondragón, individuo ya conocido por
la Guardia Civil y que frecuentaba una nave industrial de la
localidad en compañía de otros tres compinches. "Había
que ir con pies de plomo", afirma el teniente coronel, que
reconoce que cualquier "patinazo" en los seguimientos
que hubiera alertado a los secuestradores habría sido
"letal" para Ortega Lara.
La discreta vigilancia de la Guardia Civil confirmó sus
sospechas: los terroristas acudían varias veces cada día al
local y compraban comida que después no consumían, por lo que
allí tenía que estar el secuestrado. "El tiempo corría en
nuestra contra" porque "cualquier error nuestro
lo habría condenado", destaca el jefe de la
investigación que pidió actuar de inmediato y detener de forma
simultánea a Bolinaga y a su cuadrilla en la madrugada del 1 de
julio de 1997.
El etarra lo niega todo
En plena noche y en presencia del juez Baltasar Garzón,
llegado desde Madrid para coordinar el dispositivo, agentes
especiales de la Guardia Civil entraron por la fuerza en la nave
ante el peligro de que en su interior se escondieran terroristas
armados. Pero no había nadie, tan solo maquinaria
arrumbada y ningún indicio de Ortega Lara.
Uno de los captores detenidos, a quien la Guardia Civil condujo
al registro, lo niega todo con absoluta sangre fría
y dice que allí solo guarda un perro, a sabiendas de que condena
al funcionario a morir de hambre. Entretanto, a pocos metros bajo
tierra, oculto por una pesada máquina, aguarda Ortega Lara desde
hace año y medio, ajeno al ajetreo que hay unos metros
más arriba.
"Las horas pasaban y cundía el desánimo", recuerda el
guardia civil, que reconoce que solo el empecinamiento de los
agentes, que inspeccionaron palmo a palmo el edificio durante
varias horas, impidió que muriera abandonado.
Tras horas de búsqueda infructuosa, fue una pieza móvil
detectada en una de las máquinas y que fue forzada a mano por
los guardias civiles, la que consiguió abrir una pequeña
rendija en aquel angosto agujero. "En ese momento el
etarra se derrumbó y confesó que allí estaba Ortega Lara",
recuerda triunfal.
"Como un náufrago"
La visión de Ortega Lara al sacar la cabeza del agujero,
"como un auténtico náufrago, con los ojos perdidos"
no se le borrará jamás de la memoria. Antes de ayudarle a
salir, entró en el zulo otro especialista de la guardia civil
que lo encontró agazapado en el cubil, creyendo que le
llegaba la muerte.
"Recuerdo como sacó la cabeza del zulo y al ver el gentío
que había alrededor se metió de nuevo para adentro",
relata con cierta tristeza el teniente coronel, que comprende el
"miedo" y la "inseguridad" que sentía un ser
humano que llevaba 532 días encerrado, casi sin luz y sin hablar
con nadie.
Pocas horas después y tras ser atendido en un hospital, Ortega
Lara se reencontró con su familia en Burgos: una imagen del
horror que dio la vuelta al mundo. "A nivel humano,
devolverle a la vida, no tuvo precio", confiesa.
"La venganza de ETA"
Tras la alegría por la liberación del funcionario de prisiones
llegó la "venganza de los terroristas": el secuestro y
asesinato de Miguel Ángel Blanco.
El 10 de julio de 1997, diez días después del rescate de Ortega
Lara, la banda secuestraba al joven concejal del PP de Ermua
(Vizcaya) y daba al Gobierno un ultimátum de 48 horas
para el acercamiento de presos etarras a cárceles del País
Vasco. Como ocurrió con el secuestro del funcionario, el
Ejecutivo no cedió al chantaje y Miguel Ángel Blanco
apareció dos días después herido de muerte de dos disparos en
la cabeza.
"La suerte que tuvimos con Ortega Lara nos faltó con Miguel
Ángel Blanco", lamenta el teniente coronel, que revela que
a pocos metros de donde apareció su cuerpo, en las cercanías de
Lasarte, había algunos guardias civiles peinando la zona.
"Contra las cuerdas"
Quince años después y con el anuncio del fin de la violencia
por parte de ETA, el actual jefe de Operaciones de la Guardia
Civil en la lucha contra la banda terrorista lo tiene claro y
opina que la ETA que tuvo "contra las cuerdas" al
Estado durante años "ya no volverá nunca". "ETA
está donde está porque el Estado de Derecho no le ha
dejado otra opción" y porque la banda y su brazo
político se han convencido de que "no podían ganar" y
de que "la guerra la habían perdido".
Eso sí, no duda de que ETA y su entorno tratarán de
presentar su derrota como una victoria e intentarán
sacar rédito político de su final, aunque advierte: "si en
los años en que estuvieron fuertes no consiguieron doblegar al
Estado, ahora menos".
Tampoco ve probable el responsable de la Guardia Civil una
hipotética escisión en la banda que optara por
regresar a las armas y volver a los atentados. "La
información que tenemos es que la sensación de derrota es algo
interiorizado en todos y por eso es muy difícil que alguien se
apunte a caballo perdedor", concluye.