...HISTORIA UNIVERSAL......Hispanidad Futura......CRISTIANDAD FUTURA.
El papa Francisco convoca un jornada
mundial de oración y ayuno por la paz en Siria
Texto íntegro de la alocución del Papa antes del ángelus del 1
de septiembre de 2013
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete
del grito que sube de todas partes de la tierra, de todo pueblo,
del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la
humanidad, con angustia creciente: ¡es el grito de la paz! El
grito que dice con fuerza: ¡queremos un mundo de paz, queremos
ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad,
destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca
más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don
demasiado precioso, que debe ser promovido y tutelado.
Vivo con particular sufrimiento y preocupación las tantas
situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en
estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que
está sucediendo en Siria y angustiado por los dramáticos
desarrollos que se presentan.
Dirijo un fuerte llamamiento por la paz, ¡un llamamiento que
nace de lo íntimo de mí mismo! ¡Cuánto sufrimiento, cuánta
devastación, cuánto dolor ha traído y trae el uso de las armas
en aquel martirizado país, especialmente entre la población
civil e inerme! ¡Pensemos en cuantos niños no podrán ver la
luz del futuro!
Con particular firmeza condeno el uso de las armas
químicas: les digo que tengo aún fijas en la mente y
en el corazón las imágenes terribles de los días pasados! ¡Hay
un juicio de Dios y también un juicio de la historia
sobre nuestras acciones al que no se puede escapar! Jamás
el uso de la violencia lleva a la paz. ¡Guerra llama guerra,
violencia llama violencia!
Con toda mi fuerza, pido a las partes en conflicto que escuchen
la voz de su propia conciencia, que no se cierren en sus propios
intereses, sino que miren al otro como un hermano y emprendan con
coraje y con decisión la vía del encuentro y de la negociación,
superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto
también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo para
promover, sin ulterior demora, iniciativas claras por la paz en
esa nación, basadas en el diálogo y en la negociación,
por el bien de la entera población siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia
humanitaria a quien está afectado por este terrible conflicto,
en particular a los evacuados en el país y a los numerosos
prófugos en los países vecinos. Que a los agentes humanitarios,
empeñados en aliviar los sufrimientos de la población, se les
asegure la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía
el Papa Juan: a todos nos corresponde la tarea de recomponer las
relaciones de convivencia en la justicia y en el amor (Cfr. Carta
encíclica, Pacem in terris [11 abril de 1963]: AAS 55 [1963],
301-302).
¡Que una cadena de empeño por la paz una a todos
los hombres y a las mujeres de buena voluntad! Es una invitación
fuerte y urgente que dirijo a la entera Iglesia Católica, pero
que extiendo a todos los cristianos de las demás Confesiones, a
los hombres y mujeres de toda religión y también a aquellos
hermanos y hermanas que no creen: la paz es un bien que supera
toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad.
Repito con voz alta: no es la cultura del enfrentamiento, la
cultura del conflicto la que construye la convivencia en los
pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la
cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la paz.
Que el grito de la paz se eleve alto para que llegue al corazón
de todos y todos dejen las armas y se dejen guiar por el anhelo
de paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar para
toda la Iglesia el próximo 7 de septiembre, víspera de la
fiesta de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de
ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y en
el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa,
según el modo que considerarán más oportuno, a los hermanos
cristianos no católicos, a los pertenecientes a las demás
religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, aquí,
desde las 19.00 y hasta las 24.00, nos reuniremos en
oración y en espíritu de penitencia para
invocar de Dios este gran don para la amada nación siria y para
todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo.
¡La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de escuchar
palabras de esperanza y de paz! Pido a todas las Iglesias
particulares que, además de vivir este día de ayuno, organicen
algún acto litúrgico según esta intención.
A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al
conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de
la reconciliación y del amor.
Ella es Madre: que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos
nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar también
este momento difícil y a empeñarnos a construir cada día y en
todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz.
María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!
Todos: María, Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!