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Los problemas de Livieres con los otros obispos paraguayos comenzaron antes de poner un pie en su Diócesis y porque creó un fructífero Seminario diocesano distinto del de la Conferencia Episcopal

Porqué no voy a la ordenación del nuevo Obispo

20 de diciembre de 2014 Rogelio Livieres, Ex Obispo de Ciudad del Este

http://rogeliolivieres.info/

Yo no asistiré a la ordenación episcopal del nuevo Obispo de Ciudad del Este. Aunque él personalmente no tiene nada que ver con mis problemas con la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), no quiero estar con los obispos de la CEP como si aquí no hubiera ocurrido nada.

Había decidido guardar silencio sobre lo ocurrido con la penosa Visita Apostólica a la Diócesis de Ciudad del Este y a mi posterior destitución como Obispo de ella, al ser declarada por el Vaticano como “sede vacante”. Sin embargo, el Sr. Arzobispo de Asunción, Monseñor Edmundo Valenzuela, ha vuelto sobre el tema en una entrevista brindada al diario ABC Color, en su edición del pasado 8 de diciembre, expresando sus deseos de que este domingo, día fijado para la ordenación del nuevo Obispo de Ciudad del Este, los Obispos del Paraguay me abracen y yo a ellos, como símbolo de comunión. También realiza una serie de consideraciones que reclaman mis agradecimientos, por un lado, así como algunas precisiones y reflexiones, por el otro.

En primer término, me reconforta que el Arzobispo haya dejado absolutamente en claro que el problema suscitado, que tuvo amplia divulgación en los medios de prensa, se debió a un problema de «crisis por comunión interna», es decir, de relaciones entre mi persona y los otros Obispos del Paraguay. En efecto, no hubo otro fundamento, sea éste de orden financiero, sexual o doctrinal, como falsamente algunos sospechaban, sino exclusivamente a la «falta de comunión».

Agradezco también a Mons. Valenzuela que haya reconocido lo que tantas veces había afirmado: los problemas de «comunión» comenzaron antes incluso de que yo ponga un pie en la Diócesis de Ciudad del Este, con el solo hecho de mi nombramiento como Obispo por parte de san Juan Pablo II. Claramente, esto indica que no se trataba de un mal relacionamiento de carácter personal –comenzaron antes de que me conocieran.

¿Cuál es, entonces, la causa de los conflictos que comenzaron hace más de 10 años? En ese momento, los Obispos querían para Ciudad del Este un Pastor que compartiera con ellos su misma visión y modelo de Iglesia. Como pensaron que yo no «encajaba» en su paradigma, protestaron a la Santa Sede, pidiendo que revocara mi nombramiento. Pero Roma se mantuvo firme y me «impuso» contra el parecer de la Conferencia Episcopal.

De hecho, y a pedido del Papa Benedicto, yo desarrollé un modelo pastoral distinto, cuyo eje principal fue la creación de un nuevo Seminario diocesano. Y abundancia de sacramentos. He ahí la raíz de las desavenencias.

Hoy muchos, incluso entre los mismos Obispos, reconocen el dinamismo y los buenos frutos que se han producido en Ciudad del Este. Frutos muy grandes que han cambiado el perfil espiritual de nuestra querida Diócesis. Sin embargo, aquí el juicio del árbol no se hace en base a los frutos, sino a la importancia que le dan a la uniformidad monolítica entre los Obispos, a la que erróneamente se define como «comunión». Las tradiciones y normas «de los hombres» de Iglesia son más importantes que las sorpresas de Dios y las normas de la fe y la doctrina.

El Sr. Arzobispo, en su entrevista, reconoció que el Obispo es la máxima autoridad pastoral en la diócesis que Dios mismo le encomendó. Sin embargo, aquí siguiendo la lógica de la unidad monolítica, destacó que dicha autoridad se debe ejercer siguiendo las orientaciones de la Conferencia Episcopal. A los Obispos en comunión con todo el colegio episcopal del mundo y al Papa los estableció Jesucristo, como fundamento de su Iglesia. Las Conferencias Episcopales, por su parte, son sólo creaciones humanas que se consolidaron recién a mediados del siglo pasado –con todas las ventajas y desventajas que las cosas humanas tienen. La comunión de los Obispos en el colegio episcopal, por lo tanto, no pasa por la conformidad con las recomendaciones que tenga a bien una Conferencia Episcopal sugerir a sus miembros. Pero, insisto, las tradiciones y normas humanas terminan imponiéndose con más fuerza que las leyes de Dios. Esto técnicamente se llama fariseísmo, ya Jesucristo había señalado este modo de ver las cosas problemático, pero típico, dentro de la religión. Las únicas autoridades que Dios ha constituido en su Iglesia, y sobre la que esta se edifica, son el Obispo de Roma, sucesor del Apóstol Pedro, y los Obispos en sus diócesis, sucesores de los otros Apóstoles. Las Conferencias Episcopales, de suyo, no tienen autoridad alguna sobre los Obispos. Sólo las delegadas por la autoridad de la Santa Sede que, de hecho, ha delegado muy poco a las mismas.

El Concilio Vaticano II reafirmó la autoridad divina de los Obispos frente una indebida centralización vaticana que se había venido imponiendo –como otra de tantas tradiciones humanas– especialmente después del Concilio Vaticano I y su proclamación de la infalibilidad del Papa y su suprema autoridad.

En otro frente, me entristeció ver que el Sr. Arzobispo manifestara que yo debía volver a un estado de comunión no sólo con la Conferencia Episcopal, sino también con el Papa Francisco. Siempre he estado en comunión con todos los Papas y siempre lo seguiré estando. Incluso cuando me tocó asentir a la decisión de mi destitución como Obispo. Y esto a pesar de que, personalmente y en el juicio de mi conciencia, considero esta decisión como injusta procesalmente, infundada en cuanto a la substancia de la causa, arbitraria y atentatoria contra la legítima autoridad que Dios ha dado a los Obispos como sucesores de los Apóstoles, y totalmente contraria a lo enseñado por el Concilio Vaticano II.

En breve, un abuso de autoridad, que en buen cristiano se llama un acto tiránico y dictatorial. Pero como no hay autoridad en la tierra superior a la del Papa, he acatado sin resistirme, precisamente, como expresión extrema de mi comunión con el sucesor de Pedro, a pesar de que me retirara el apoyo que los anteriores Papas me habían dado en esta misma causa.

Que el Papa tenga que rendir cuentas ante Dios por este acto que considero malo no tiene nada de raro ni de polémico. Como tantos Papas que han condenado o mandado a la hoguera equivocadamente. Es una simple verdad de fe: tendremos, todos, que dar cuentas de cada uno de nuestros actos a Dios. Especialmente los más poderosos, los que más autoridad han ejercido en nombre de Dios. No creo, por lo tanto, haber sido irrespetuoso, sino franco y al mismo tiempo un disciplinado hijo de la Iglesia. A pesar de lo injusto obrado, preferí someterme – sin renunciar – a los requerimientos pontificios para evitar mayores males a las obras que yo habría promovido, principalmente los seminarios. Pero igual le pedí disculpas si mis expresiones pudieran haberse considerado como una ofensa a su supremo oficio o persona sagrada.

En cuanto a la «revisión» de mi caso a la que Mons. Valenzuela se refiere, la única forma de cambiar algo mal fundado y mal decidido es, sencillamente, volver atrás. Pero eso no es algo que a los hombres nos resulte fácil, incluso cuando nos hemos equivocado gravemente, como creo que ha sido en mi caso.

Yo colaboraré con el nuevo Obispo, si él lo desea, en la ayuda a las instituciones creadas por mí y también otras, si me pareciera conveniente. Hay que tener en cuenta que duramente mi servicio a la Diócesis, los bautismos se triplicaron; las bodas se duplicaron y ordené a 70 sacerdotes, cosa que no ha ocurrido en todo el Paraguay, juntas las Diócesis, aletargadas desde hace decenios. Así es que tengo qué dar.

Le deseo éxito al nuevo Obispo.

                                                 +Rogelio Livieres

                                           Ex Obispo de Ciudad del Este

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Vatican says bishop's dismissal not the result of sex abuse
http://www.catholicnews.com/data/stories/cns/1404005.htm
By Francis X. Rocca
Catholic News Service

VATICAN CITY (CNS) -- The Vatican denied Pope Francis had dismissed a controversial Paraguayan bishop because of his mishandling of sex abuse accusations, attributing the decision instead to other failings of governance and friction with fellow bishops.

Meanwhile, the bishop described his dismissal as a case of "ideological persecution" because of his opposition to liberation theology.

Bishop Rogelio Livieres Plano, 69, was told to step down as head of the Diocese of Ciudad del Este effective Sept. 25, a Vatican statement said, citing unspecified "serious pastoral reasons."

News reports at the time noted the bishop's vocal support for Msgr. Carlos Urrutigoity, whom he appointed a high diocesan official even though the priest had been accused of molesting seminarians before coming to Ciudad del Este.

Coming two days after the Vatican's arrest of former Archbishop Jozef Wesolowski, pending a criminal trial on charges of paying for sex with boys during his time as nuncio to the Dominican Republic, the dismissal of Bishop Livieres appeared to be the latest step in a Vatican crackdown on sex abuse.

But the Vatican says sex abuse was not a significant factor in Bishop Livieres' dismissal.

"Let's not confuse Wesolowski and Livieres; one is a case of pedophilia, the other is not," Jesuit Father Federico Lombardi, the Vatican spokesman, told
Catholic News Service Sept. 27.

"Livieres was not removed for reasons of pedophilia," Father Lombardi said. "That was not the principal problem."

"There were serious problems with his management of the diocese, the education of clergy and relations with other bishops," Father Lombardi said.

The spokesman declined to enter into detail, but mentioned differences with other bishops over seminary education and alluded to Bishop Livieres' remarks, in a television interview earlier this year, describing one bishop as homosexual.

Father Lombardi noted that the Vatican's Sept. 25 statement said the bishop's dismissal was for the "greater good of the unity of the church in Ciudad del Este" and among Paraguay's bishops.

Bishop Livieres, speaking with CNS in Rome Sept. 27, agreed that the case of Msgr. Urrutigoity was "completely marginal" to the pope's action, though he said other Paraguayan bishops had used the priest -- whom he insisted was entirely innocent of sex abuse -- as a "weapon" with which to attack Bishop Livieres.

He said his conflict with fellow bishops centered on his opposition to liberation theology, a movement that emerged in Latin America in the 1960s and 1970s, and which the Vatican later criticized for the use of Marxist methodology by some of its practitioners.

Bishop Livieres said he was appointed to the diocese by St. John Paul II in 2004 with a mandate, communicated to him by the nuncio at the time, to oppose Paraguayan bishops' "monolithic" support for liberation theology. He said Pope Benedict XVI personally told him in 2008 that liberation theology was "the problem in all of Latin America."

But Pope Benedict "had a very different orientation from the present pontificate," the bishop said. "This is a pontificate opposed to the previous pontificate."

Father Lombardi characterized the bishop's analysis as "naive," calling it "absolutely reductive to interpret this decision in a way limited to an argument over the theology of liberation."

END
Traducción en http://rogeliolivieres.info/2014/09/el-vaticano-dice-que-el-despido-del-obispo-no-es-el-resultado-de-abuso-sexual/#more-162

El Vaticano negó que el Papa Francisco haya despedido a un obispo Paraguayo controversial por su mal manejo de acusaciones de abuso sexual, atribuyendo la decisión en cambio a otros fallos de gobierno y fricción con sus colegas obispos.

Mientras, el obispo describió su despido como un caso de “persecución ideológica” por su oposición a la teología de la liberación.

El Obispo Rogelio Livieres Plano, de 69 años, se le dijo que renunciara a su puesto como cabeza de la Diócesis de Ciudad del Este a partir del 25 de Septiembre, según un documento del Vaticano, citando “serias razones pastorales.”

Los informes de noticias del momento mostraron el apoyo vocal del obispo para Mons. Carlos Urrutigoity, a quien él había nombrado como un alto oficial diocesano aunque el sacerdote había sido acusado de abusar sexualmente a seminaristas antes de llegar a Ciudad del Este.

Habiendo sido dos días después del arresto del Vaticano del ex-Arzobispo Josef Wesolowski, en espera de un juicio penal por cargos de pagar por sexo con niños durante su tiempo como nuncio para la República Dominicana, la expulsión del Obispo Livieres parece ser el último paso en una ofensiva del Vaticano sobre el abuso sexual.

Pero el Vaticano dice que el abuso sexual no fue un factor significante en la expulsión del Obispo Livieres.

“No confundamos a Wesolowski con Livieres; uno es un caso de pedofilia, y el otro no,” dijo el Padre Jesuita Federico Lombardi, vocero del Vaticano, al Catholic News Service el 27 de Septiembre.

“Livieres no fue removido por razones de pedofilia,” dijo el Padre Lombardi. “Ese no fue el problema principal.”

“Hubo serios problemas con su manejo de la diócesis, la educación del clero y las relaciones con otros obispos,” dijo el Padre Lombardi.

El vocero no quiso entrar en detalles, pero mencionó las diferencias con los otros obispos sobre la educación en el seminario y aludió a las declaraciones del Obispo Livieres, en una entrevista por televisión brindada unos meses atrás, en la que describió a un obispo como un homosexual.

El Padre Lombardi remarcó que la declaración del Vaticano del 25 de Septiembre decía que la expulsión del obispo fue por el “bien mayor de la unidad de la iglesia de Ciudad del Este” y entre los obispos de Paraguay.

El Obispo Livieres, hablando con CNS en Roma el 27 de Septiembre, estuvo de acuerdo con que el caso de Mons. Urrutigoity fue “completamente marginal” a la acción del papa, aunque dijo que otros obispos Paraguayos habían usado al sacerdote –sobre quien insistió que era completamente inocente de abuso sexual- como un “arma” con la cual atacar al Obispo Livieres.

El dijo que este conflicto con otros obispos centrado en su oposición a la teología de la liberación, un movimiento que emergió en América Latina en los años sesenta y setenta, y que el Vaticano criticó más tarde por el uso de metodología Marxista por algunos de sus practicantes.

El Obispo Livieres dijo que fue enviado a la diócesis en 2004 por San Juan Pablo II con un mandato, comunicado a él por el nuncio en el momento, de oponerse al soporte “monolítico” de la teología de la liberación por parte de los obispos Paraguayos. Dijo que el Papa Benedicto XVI personalmente le dijo en 2008 que la teología de la liberación era “el problema en todo América Latina.”

Pero el Papa Benedicto “tenía una orientación muy distinta del pontífice presente,” dijo el obispo. “Este es un pontificado opuesto al pontificado anterior.”

El Padre Lombardi caracterizó el análisis del obispo como “ingenuo,” llamándolo “absolutamente reduccionista de interpretar esta decisión de manera limitada a una discusión sobre la teología de la liberación “.

FIN

Fuente: http://www.catholicnews.com/data/stories/cns/1404005.htm

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