.....La crisis iniciada en 2007.....Cataluña en 2012 recibe 4.000 millones más de lo que paga....Explicaciones y desarrollos...España desde 1982.......El caso Pujol......HISTORIA DE ESPAÑA.....INDEX..

Cataluña se ha engrandecido y se ha enriquecido con dinero y población de las demás regiones de España en los doscientos últimos años

Hay un flujo de dinero desde las otras regiones de España a Cataluña, debido al arancel proteccionista, que le da a Cataluña toda España como mercado reservado, cuando los textiles catalanes son peores y más caros que los ingleses,
y hay también un flujo de población desde las otras regiones de España a Cataluña, como mano de obra abundante y barata de las industrias que se instalan en Cataluña financiadas por las otras regiones de España gracias al proteccionismo.
El crecimiento de la población de Cataluña se mantiene, hasta después de la II República, al mismo nivel que la del conjunto de España, supliendo su menor natalidad con los emigrantes de las otras regiones de España, como factor básico de la intensificación de su industrialización diversificada con otros sectores además del textil;
después, en la época de Franco, experimenta otra aceleración de su crecimiento y de su peso en el conjunto de España, debido a una emigración también sobreincrementada desde las otras regiones españolas, debido a que sigue siendo en Cataluña donde se crean más puestos de trabajo con el dinero que sigue afluyendo allí desde las otras regiones de España debido al proteccionismo:

Años

1787

1834

1860

1877
Población de Cataluña 802.000 1.139.000 1.674.000 1.757.000
Peso en España

7'8%

8'5%

10'7%

10'5%

Barcelona, que llega a 100.000 habitantes en 1808, tiene en 1850, 175.000; en 1880, 346.000; en 1910, 560.000. En 1930 pasa de 1.000.000.

Durante la época de la Restauración:

Años 1877 1900

1910

1920 1930
Población de Cataluña 1.757.000 1.972.000 2.085.000 2.365.000 2.729.380
Peso en España 10'5% 10'6%

10'5%

10'75% 11'42%

Durante la época de Franco:

Años 1940 1950 1960

1970

1973
Población de Cataluña 2.900.000 3.214.400 3.883.140 5.122.000 5.366.160
Peso en España 11'11% 11'48% 12'69%

15'1%

15'42%

En la época de la transición hacia la actualidad:

Año 1983 2007
Población de Cataluña 6.106.100 7.197.174
Peso en España 15'86% 15'93

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Porcentaje de variación de la población residente de 1930 a 2000

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Cataluña y sus problemas económicos

Juan Velarde 2013-01-25 LD

Cataluña había planteado, incluso con dureza, sus problemas económicos, a través de reacciones políticas y de instituciones que tenían muy en cuenta el conjunto del mercado español. Ahí estaba el Fomento del Trabajo Nacional, radicado en Barcelona, pero su adjetivo, nacional, se refería al conjunto de la nación española. Su sucesor recibe sencillamente el nombre de Fomento del Trabajo y, cada vez más, Foment del Treball, que quiere decir muchísimo menos. Pero es el heredero de aquella entidad que encabezaba el proteccionismo español. Léase el libro de M. Pugés Cómo triunfó el proteccionismo en España (1931), con un prólogo de Gual Villalba, entonces secretario general de Fomento. Gual señalaba cómo Cataluña buscaba una "fusión de las economías regionales en una síntesis armónica", con este respaldo de Pugés:

"El resurgimiento económico de España no era posible sin la previa solución de un problema fundamental: la fusión, en una superior síntesis armónica, de las distintas economías regionales".

Esto ha dejado alguna herencia, aunque se haya prescindido del adjetivo nacional, pero es una entidad que pertenece a la CEOE. Su presidente actual, Joaquín Gay de Montellá, se manifiesta desmarcado de la consulta soberanista que Artur Mas trata de llevar adelante. Otra cosa sería, siguiendo la herencia de trabajos de Trias Fargas, que en Cataluña existiese, en lo fiscal, algo parecido a la realidad foral de las Provincias Vascongadas y de Navarra.

Es lógico que el mundo empresarial catalán, que exhibió su fuerza desde los tiempos de los Guell i Ferrer hasta los Gual Villalbí, se preocupe ante las consecuencias de una hipotética escisión. Léanse las "líneas de acción" que se proponen en el volumen de la Colección Comunidades Autónomas, editado por La Caixa, titulado La economía de Cataluña: diagnóstico estratégico (2012), donde exhibe cómo Cataluña precisa superar "la falta de resolución de una serie de eslabones técnicos y segmentos funcionales críticos de sus redes de infraestructuras (corredor mediterráneo)". Efectivamente, desde el informe del Banco Mundial quedó claro que ese "corredor mediterráneo", que ahora vemos que esencialmente tendría como centro los puertos de Valencia y Cartagena, con prolongaciones y enlaces diversos, debería, a través de Cataluña, con un papel esencial en la conurbación de Barcelona, enlazar con Francia zonas españolas de un auge futuro formidable. Abandonar eso, con una frontera en los linderos de Tarragona, y desviar el corredor desde Valencia a Zaragoza, y de allí a Francia, significa una pérdida muy seria para Cataluña, que en esta obra se pone de relieve.

Y qué decir de los problemas inmediatos que se originarían para atraer capital humano, "para crear ventajas competitivas que eviten la deslocalización de la industria más convencional y facilitar su reconversión hacia la neoindustria". Tal como conciben Artur Mas y Jordi Pujol el futuro de Cataluña, un mercado pequeño, desligado de la Unión Europea, y con problemas de lenguaje, no impulsa precisamente hacia esa neoindustria.

Señálese lo mismo que lo que en este trabajo de La Caixa –por otro lado muy valioso– se habla de las rigideces creadas, en los ámbitos mercantil y laboral, "en no menor medida que en otras comunidades autónomas". Una escisión aumentaría tales rigideces, para intentar superar –cosa por cierto imposible– la conservación de una estructura económica aislada del conjunto de la Unión Europea, porque su ingreso en ella, con el veto en contra de España, resulta imposible.

En este documento de La Caixa se recuerda lo ventajoso que resulta para Cataluña el impulso de 1992, "en el que se dio una rara conjunción de inversiones y de voluntades colectivas hacia un objetivo compartido e ilusionante". Para reproducirlo "sobre bases propias del siglo XXI" debe reeditarse aquello "en un marco –de diálogo singular con el Estado o sea, con el conjunto de España– que implique a la sociedad, el territorio, la lengua, y las instituciones catalanas".

¿Para qué seguir con argumentos que enlazan con la historia de Cataluña y la del resto de España, precisamente en relación con su estructura económica próspera? El mundo empresarial catalán ha comenzado a hablar muy claro. Es de esperar que esto trascienda a los trabajadores y a todos los que, de verdad, aman a Cataluña, nada incompatible, sino todo lo contrario, con el amor al conjunto de España, en el que va inserto un deseo de fuerte desarrollo económico, imposible con el planteamiento de Mas-Pujol.

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Cataluña: los planteamientos incomprensibles

Juan Velarde 26.12.2012 LD

Desde mediados del siglo XIX Cataluña ha sabido enlazar a las mil maravillas sus problemas económicos con la política general española. Por una parte, encabezó la política proteccionista: triunfó en la pelea por el arancel, gracias a lo cual consiguió ventajas notables sobre la otra zona de industrialización naciente, Andalucía, que quedó apartada definitivamente de los puestos clave de ese desarrollo.

Esta política proteccionista tenía una proyección ultramarina, particularmente hacia Cuba. De hecho, parte notable del problema cubano derivó de ahí. La isla vendía a precios internacionales el azúcar y el tabaco, pero tenía que adquirir productos españoles, y en ello Cataluña desempeñó un papel fundamental. En relación con Cuba surgieron mil actividades y nombres catalanes, que quedarán ahí para siempre, desde Bacardí a Partagás. Que la alta burguesía de La Habana ofreciese, en plena calle, un fajín de general al caudillo separatista Maceo se debe, en buena medida, precisamente a esa conexión peninsular con ventajas para el mundo empresarial catalán.

En 1898 todo esto desapareció, pero no los movimientos catalanes para preservar sus negocios. Cuando, para poner orden en la Hacienda desequilibrada por la guerra, Fernández Villaverde decide un aumento impositivo, en Cataluña surge la réplica del Tancament de Caixes: se trataba de no pagar, y cuando Hacienda interviniese el negocio afectado y lo sacase a subasta, todo el mundo se abstendría de comprarlo, siquiera por una humilde peseta. Sin haber pagado nada al Fisco, el antiguo dueño volvería a hacerse cargo él.

Por supuesto, en esa etapa no todo fueron beneficios. Hubo un momento, que ha quedado en la historia económica con el nombre de la febre d’or, en que se produjo una burbuja especulativa con acciones de bancos. Quien abría una entidad crediticia veía que ante sus puertas se aglomeraba la gente... no para llevar dinero o para pedir crédito, sino para comprar acciones. Hasta los masones pusieron en marcha la Banca de los Caballeros Kadosch. Como siempre, el estallido de la burbuja hundió muchas fortunas. El Banco de Barcelona se vino abajo al concluir la I Guerra Mundial. Como ha relatado primorosamente Juan Muñoz, el abandono de las entidades crediticias se acentuó. A fin de salvar lo que se pudiera salvar, Cambó pergeñó la Ley de Ordenación Bancaria de 1921, que creó una situación nueva... para toda España, claro.

La financiación de la exportación de productos catalanes al resto de la nación se hacía mediante bancos radicados en Madrid y Bilbao, pero aseguraba, junto con el proteccionismo –acentuado, precisamente, por Cambó–, la creación de un sistema autárquico, según expresión del gran economista catalán Perpiñá Grau, que beneficiaba de modo extraordinario la actividad industrial catalana.

He citado a Cambó. Su papel en la defensa de los intereses económicos de Cataluña se había hecho palpable en plena Gran Guerra, en que los beneficios de los industriales catalanes –y los de toda España– coexistían con la muy mala situación del mundo proletario. El ministro Alba decidió crear un impuesto sobre los beneficios extraordinarios generados por la contienda para disponer de medios de ayuda a los desheredados. Cambó se negó radicalmente. Jesús Pabón relata magníficamente cómo el dirigente catalán recorrió España para encontrar apoyos –desde Ramón de la Sota y el naciente nacionalismo capitalista vasco hasta el marqués de Comillas, sin olvidar a los carboneros vinculados a Melquíades Álvarez–, y en el Congreso de los Diputados pronunciará un duro discurso. Cuando un correligionario le preguntó hasta dónde debería llegarse, contestó: "Hasta los fosos de Montjuich"; esto es, amenazó con el separatismo abiertamente. Alba fue finalmente derrotado; y entonces pudo verse a Cambó convertido, en Asturias y en pleno aniversario de la Batalla de Covadonga, en adalid del nacionalismo económico español. Del grupo catalán de la Lliga surgieron brotes tan importantes a favor de esta postura como la Revista Nacional de Economía, dirigida por Emilio Riu y que perdurará hasta la Guerra Civil.

El catalanismo siempre quiso ir de la mano con la búsqueda del máximo beneficio económico, como ya ha observado. La base de todo era el control del mercado español. Pero he aquí que desde 1959 éste comenzó a abrirse al exterior. Pronto comenzaron las quejas catalanas desde otro marco, el de la Hacienda. Las balanzas fiscales fueron investigadas por Trías Fargas, y llegó a la conclusión de que Cataluña financiaba la prosperidad de otras regiones de España. Los estudios serios mostraron la falsedad de esta tesis, pero poco importó la veracidad científica. Se alzó como una bandera.

Ahora, ese movimiento se ha escapado de las manos. De pronto se ha alzado el grito de la independencia absoluta, lo que produciría el hundimiento económico de Cataluña, que quedaría al margen de la Unión Europea y del euro, y como consecuencia se expondría a una fuga atroz de capitales. Parece que se escuchan las palabras del Bolívar que admitía que se ganaba la independencia pero se perdía todo lo demás, incluido el bienestar material. En términos económicos, la separación sería terrible para Cataluña, pero también perjudicaría –en grado mucho menor, pero lo haría– a España.

Todo esto, aparte de que el separatismo se basa en errores históricos y de que, llegado el caso, el resto de España no tendría más remedio, con el respaldo de la Constitución, que impedirlo, con la anuencia de muchos catalanes. Pero aquí sólo he querido aludir al aspecto económico. Escalofriante.

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El nacionalismo catalanista contra el seny

Dicen ahora en 2010 los nacionalistas catalanistas al proclamar nación a Cataluña, que no quieren la independencia de España. Es claro y evidente que no les conviene la independencia, porque quedarían al frente de un país que no podría estar en la Unión Europea y que dejaría de tener a toda España como mercado para sus productos.

Se les debe responder como al mocetón que "accede" a no irse de casa, si sus padres se someten a sus exigencias de que él tenga la propiedad exclusiva de su habitación y el control total del resto de la casa, el coche, el dinero y el mando de la tele; procede decirle que él puede ser que se vaya, pero que no va a conseguir ni una sola de esas exigencias, encima de que tiene casa, comida y la ropa lavada, además de un largo etcétera que hace claro y evidente, hasta para él, que no le conviene irse.

Y no es que haya que decírselo como un ultimátum, ni porque sea una mala noticia que se queden, como en el chiste.
Hay que decírselo a ver si recapacitan y razonan, y recuperan
la sensatez, la mesura, la cordura, la ponderación, el tiento, el tacto, la serenidad, la ecuanimidad, la cautela, la discreción, el juicio, el buen sentido, el sentido común, el aplomo, la precaución, la circunspección, la seriedad, la madurez, la formalidad, la chapa, etc., etc.,
es decir, en una palabra catalana, el seny.

La rauxa se suele presentar como lo contrario del seny, con una contraposición maniquea.

En realidad, la rauxa sí que tiene traducción, es el entusiasmo, que no es malo, sino bueno, si no se separa y contrapone a la mesura, porque lo humano es llevar unidos la cordura y el entusiasmo, el seny y la rauxa juntos.
Lo malo es la rauxa sin el seny, el entusisamo alocado.
También el seny sin la rauxa queda falseado, desvirtuado, sin fuerza. Es mentira que se tenga una idea seria, si no entusiasma. Si no entusiasma una idea acertada, pensada con madurez, es que no se cree en esa idea.
Contraponer o simplemente separar dos dimensiones de la realidad es maniqueísmo, gnosticismo.
Pregonar que se tiene el seny en exclusiva es una agresión enrauxada, insensata; decir que no tiene traducción es xenofobia y racismo. Ocultar las veces en que se han dejado arrastrar los que lo pregonan por el entusiasmo sin cordura es ignorar que los demás estamos enterados también de eso.
Todo ello es fruto menguado del complejo de superioridad, tan empequeñecedor y canijo. Es un complejo de origen nacionalista, pero del que se contagian otros insensiblemente.

El seny y la rauxa juntos