España desde 1982
La crisis económica iniciada
en 2007
El carbón asturiano es malo y antieconómico y cada minero asturiano le cuesta al contribuyente más de 65.500 euros
LD 29 JUN 2012 | FERNANDO DÍAZ VILLANUEVA
Las minas de carbón asturianas nos han quitado mucho más de lo que nos han dado; tal vez sea el momento de cerrarlas y dejar que Asturias aprenda a olvidarlas para siempre.
La minería del carbón asturiana tiene dos siglos y medio de vida. Es algo muy reciente, el último recurso natural que los españoles hemos extraído de un modo masivo en nuestro país. Empezó a mediados del siglo XVIII alentado por el empeño de la Armada, que vio en el carbón nacional una materia prima idónea y accesible para fundir piezas de artillería en el arsenal de El Ferrol. Desde entonces, las cuencas interiores del Principado y el negro elemento han ido de la mano escribiendo juntas una parte importantísima de la historia económica de la España contemporánea.
Pero, pese a todo, el carbón asturiano ha sido durante toda su historia antieconómico, conflictivo y extraordinariamente costoso en vidas humanas. A excepción de los años de la Primera Guerra Mundial, cuando la competencia inglesa se desvaneció, las minas asturianas siempre han dependido de ventajosos aranceles o de subsidios directos. A mediados del siglo XIX, en plena Revolución industrial, el carbón inglés costaba menos de la mitad que el extraído en Asturias. Esto era así porque la industria inglesa estaba mejor capitalizada que la española y, además, su carbón era de mejor calidad y necesitaba menos proceso tras la extracción.
Los sucesivos Gobiernos españoles, obsesionados con la vieja e ineficiente idea mercantilista de evitar las importaciones, pusieron todo tipo de trabas al carbón inglés hasta hacerlo prohibitivo para la industria nacional. Dado que el carbón es un tipo de energía primaria, eso repercutió en la competitividad de nuestra propia industria, que nunca, hasta fechas muy recientes, estuvo en condiciones de medirse con los competidores extranjeros ni, mucho menos, de expandirse por el mundo. De este modo, el coste de comprar obligatoriamente carbón asturiano fue inmenso para las empresas españolas durante los años centrales de la segunda Revolución industrial.
Con dinamita de por medio
A cambio se mantuvieron empleos, generalmente de bajísima calidad, en las cuencas asturianas. Un flaco consuelo que, en el largo plazo, no ha servido para nada y, en el corto, ha costado la vida a miles de mineros sepultados en infinidad de accidentes dentro de los pozos. Porque nuestro carbón, aparte de malo y caro, es de difícil extracción. Durante los años dorados de la minería asturiana, los de la autarquía franquista, hubo que lamentar la muerte de 1.750 mineros o, lo que es lo mismo, un muerto por cada 300.000 toneladas de mineral arrancado a la tierra.
La minería asturiana ha sido, por si todo lo anterior no fuese suficiente, un foco permanente de inestabilidad social desde hace más de un siglo. La primera gran huelga minera data de 1873 y en 1890 se produjo la primera huelga general en las cuencas. Las pésimas condiciones de vida de un trabajo que ya de por sí era penoso ocasionaron que el socialismo revolucionario arraigase con fuerza en aquella región. Solo en 1934 se convocaron seis huelgas generales y treinta huelgas locales, a las que les sucedió la gran insurrección armada de octubre de aquel año, preludio de la Guerra Civil.
Hoy el carbón asturiano tiene un aporte minúsculo sobre la economía nacional. Las operadoras eléctricas están obligadas a comprarlo para generar electricidad en centrales térmicas muy contaminantes. Mineros quedan muy pocos, unos siete mil frente a los treinta mil que llegó a haber en sus mejores tiempos, pero viven al margen del mercado. El sector no vive de ofrecer a la sociedad un producto que esta demanda, sino de subvenciones directas inyectadas en empresas públicas y dirigidas a mantener empleos blindados por decisión política.
El trabajo en la mina sigue siendo duro, aunque ahora está bien pagado y los mineros gozan de gran número de privilegios laborales desconocidos para otros españoles. Aunque se jubilan pronto, su salud queda devastada después de vidas laborales cortísimas, que los condenan a vivir de pensiones estatales y de la siempre voluble dadivosidad de los políticos. Nadie gana en este negocio, a excepción de los sindicalistas profesionales, que hacen su agosto a costa de jugosos subsidios sin que tengan necesidad de picar una sola veta de carbón en toda su vida.
Los consumidores pagan la electricidad más cara, la población de las cuencas ve cómo su futuro queda atado generación tras generación a una actividad sucia y nada rentable, y el Estado vive permanentemente enfangado en una industria improductiva que sale por un pico y que termina siempre con dinamita de por medio. Quizá haya llegado la hora de poner punto final a una minas que nunca deberían haber existido.
* Instituto Juan de Mariana
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Cada minero asturiano le cuesta al contribuyente más de 65.500 euros en 2012
DANIEL MARÍN ARRIBAS
El total de subvenciones que se llevará este sector de la producción en 2012 asciende a 523 millones de euros.
El sector de la minería española tradicionalmente ha planteado conflictos con el Estado que han desembocado en revueltas cargadas de violencia. En muchas ocasiones inviable, este sector del tejido productivo nacional se ha sustentado gracias a la protección y las subvenciones que ha conseguido de la hacienda pública como consecuencia de la presión del sindicalismo.
¿Cuánto cuesta mantener la minería del carbón?
Aunque con el tiempo se han ido reduciendo el número de subvenciones que el erario público ha concedido al carbón, todavía la cifra de de dinero público se mantiene en unos niveles considerablemente altos.
Actualmente hay 37.698 empleos directos en la minería, de los cuales 7.967 pertenecen al sector del carbón, y hay 523 millones de euros presupuestados para subvencionarlos. Esto supone que cada puesto de trabajo cuesta al contribuyente, adicionalmente de lo que paga por la vía de la compra del producto, 65.645,78 euros.
¿Por qué se manifiestan ahora?
Desde 1986 las principales cuencas mineras del carbón españolas, situadas en Asturias, León y Palencia, han contado con subvenciones otorgadas directamente por la Unión Europea. A ellas, se suman también otras de Alemania, en la región del Ruhr, o Rumanía, en el valle del Jiu.
El 2009 la Comisión Europea comenzó a plantear la necesidad de establecer un plan que retirara paulatinamente estas transferencias con la finalidad de no seguir manteniendo actividades inviables y nada competitivas. Con la presión de España y Alemania, en 2010 este debate desembocó en el 'Plan de la Minería' por el que se extendía el tiempo de reconversión y cierre de este sector hasta 2018.
Sin embargo, el empeoramiento de la crisis ha obligado al Gobierno español a adelantar el tiempo de transición hasta 2014. Así, el actual ministro de Industria, José Manuel Soria, llevando a efectos esta decisión, ha tomado la medida de reducir un 63% las subvenciones al carbón en el Proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado de este año 2012.
El Ejecutivo da la minería hasta dos años más para que reoriente su producción hacia otras actividades cuya demanda cubra los costes sin la necesidad de castigar con recaudación extra de capital a los contribuyentes españoles. Los mineros no están dispuestos a aceptar estas condiciones y este es el germen de la 'marcha negra' que harán hasta Madrid.
¿Es sostenible el sector?
Las dos empresas principalmente implicadas en la extracción de los minerales del carbón son Hunosa (pública) y Uminsa (privada). Su actividad supuso en 2010 el 9,39% del mix energético español; cifra que se ha ido reduciendo desde 2004, cuando el porcentaje ascendía hasta el 32,36%.
La energía en España está altamente regulada y es mediante decisión política como se forma qué tipo de energía se consume. Los deseos del anterior Ejecutivo socialista de promocionar las energías renovables hizo que el empleo del carbón fuera poco a poco sustituido.
No obstante, esta industria, también subvencionada, no ha hecho sino más que incrementar el déficit de tarifa, por el cual la deuda del Estado se ha ido abultando.
La Federación Nacional de Empresarios de Minas de Carbón (Carbunion) estima que el precio de la tonelada del carbón nacional se sostendrá más barata que la del importado a partir del 2012.
No obstante, aún suponiendo que esto fuera cierto, debería ser el mercado el que dictara con su demanda qué sector es sostenible y cuál debe ser cerrado.
Cuestión de ecología
Además de la mala calidad y su alto coste de extracción, hay voces que mantienen una posición contraria hacia el carbón español por ser especialmente contaminante.
Según la Asociación Española de Industria Eléctrica (Unesa) su contenido en azufre (entre el 1% y el 5%) es superior al del importado (en torno al 0,5%).
Por otro lado, España ha incumplido los compromisos legales contraídos en el Tratado de Kioto, en los cuáles, al final de 2012, el incremento de emisiones de CO2 no podía superar el 15%. La consecuencia de ello ha supuesto más gasto para el contribuyente en concepto de compra de "derechos de emisión". Este coste en 2011 se ha cifrado entre los 500 y los 800 millones de euros.
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El carbón español es ruinoso desde el siglo XIX
LD Libre Mercado 2012-07-04
Su producción nunca ha sido competitiva, la calidad del mineral es baja y su precio muy superior al internacional.
El problema del carbón nacional no es de hoy. El sector recibe subvenciones y ayudas públicas de todo tipo desde hace más de un siglo. Las minas ya eran deficitarias en el siglo XIX, de modo que no podían competir con el carbón que entonces procedía de Reino Unido sin la asistencia estatal. Desde entonces, los mineros del carbón constituyen un grupo privilegiado gracias al maná del dinero público, procedente del bolsillo de los contribuyentes. Tanto es así, que ya en 1935, el economista Román Perpiñá Grau aconsejaba abandonar el proteccionismo del carbón nacional debido a su negativo impacto sobre la competitividad económica del país.
Hoy, un siglo después, la viabilidad del sector y la conveniencia o no de las ayudas sigue de actualidad, tras las protestas y marchas protagonizadas por los mineros en contra del recorte en las subvenciones que sigue recibiendo el sector. Pero, ¿por qué el carbón nacional no es rentable? En un amplio informe, el blog Desde el Exilio detalla algunas de las claves de esta ruinosa actividad nacional. A continuación, se reproducen las principales causas.
Razones geológicas
Las minas leonesas y la mayoría de las de Asturias no son rentables por razones geológicas. Es falso que la causa de la menor rentabilidad de las minas españolas se deba a que el carbón extranjero se haga con mano de obra infantil o explotada, sino a la dificultad de las explotaciones, la escasa potencia (ancho) de las capas, su irregularidad o las fracturas de las vetas.
El problema es geológico y, por tanto, no tiene solución. Por un lado, las minas tienen una anchura de la veta (lugar donde se encuentra el carbón) muy estrecha, en torno a los 80 centímetros. Eso hace que cuando se perforan las galerías se extraigan más estériles (rocas inservibles) que mineral; por tanto la productividad de la maquinaria disminuye si la comparamos con otras minas donde las vetas son de dos metros o más; por otro, las vetas en las minas aparecen fracturadas. Eso quiere decir que una veta simplemente desaparece y para continuar la extracción es necesario buscarla nuevamente dado que, al estar fracturada, la continuación de la veta puede estar más arriba o más abajo de donde estaba la original; además, la mayoría de las minas llevan explotándose más de un siglo con lo cual el tajo (lugar de donde se extrae el carbón) está literalmente a kilómetros, a través de galerías subterráneas, de donde se encuentra la salida de la mina.
Aunque durante los últimos 20 años se han ido cerrando las minas menos productivas, las que quedan ahora siguen teniendo unos costes de extracción muy por encima del precio internacional del carbón (algunas incluso lo doblan). Las únicas explotaciones que se acercan a la rentabilidad son las explotaciones a cielo abierto, es decir sin cavar minas, de Cerredo y Tineo en Asturias. Pese a ello, en España no existe ninguna explotación minera que sea competitiva con los precios del mercado internacional.
¿Por qué el carbón extranjero es más barato?
Desde luego, no lo es por los menores costes de la mano de obra, puesto que en Australia y EEUU los salarios de los mineros son mucho más altos que en España. La diferencia es que en esos países las explotaciones son a cielo abierto, los depósitos mucho más grandes, el carbón de más calidad y, además, usan una maquinaria pesada intensiva.
Por poner un ejemplo, en Australia un minero sólo tiene que cargar la pala de su excavadora y verter el carbón en un camión para extraer cinco toneladas de este mineral. Para extraer esa misma cantidad de carbón, un minero español necesita casi media jornada de trabajo. Es decir, lo que a un australiano le lleva diez minutos a un minero español le lleva horas. De ahí que importar carbón extranjero resulte mucho más barato que sacarlo de una mina asturiana.
La mayor parte del carbón que importa España procede de Indonesia, Sudáfrica, Colombia y Rusia, pero no es el único. El resto de países europeos también importan carbón de estos países
Escasa calidad
Por otro lado, el carbón español es de baja calidad, con 4.500 termias / tonelada frente a las 6.000 termias / tonelada del australiano, que es el estándar mundial. Es decir una tonelada de carbón extranjero produce el mismo calor que 1,33 toneladas de carbón español. Por ello, sin subvención, el carbón nacional nunca sería el preferido de las empresas que queman mineral para producir electricidad en las centrales térmicas.
Nula competitividad
Las minas de carbón españolas no son competitivas desde hace más de un siglo. No en vano, a principios del siglo XX ya fue necesario implantar aranceles para impedir que el carbón inglés entrara en España, favoreciendo así la producción del nacional en contra de los intereses del conjunto de consumidores y empresas.
Tras la I Guerra Mundial, la política arancelaria continuó para que la minería del carbón sobreviviese. Durante los años 40 y 50, España estuvo aislada del exterior enfrascada en la autarquía y fue entonces cuando el carbón, a modo de único recurso energético de producción nacional vivió su particular época dorada.
Cuando España abrió sus fronteras al exterior con el Plan de Estabilización de 1959 los empresarios mineros se encontraron progresivamente con que sus explotaciones no podían competir con el carbón importado. Fue entonces cuando el Estado, para impedir el estallido social que podría provocar el cierre masivo de minas, fundó la empresa pública Hunosa (Hulleras del Norte SA), que absorbió las minas privadas asturianas y que, desde entonces, es deficitaria. Hunosa jamás ha tenido beneficios y no ha salido de sus pérdidas perpetuas ni aun después de haber reducido su empleo y capacidad en casi el 94% desde los años 80. Efectivamente, ya a principios de los 80, la compañía efectuó un masivo plan de jubilaciones al reducir hasta los 55 años la edad de retiro, pasando de los 35.000 trabajadores en su época dorada a 26.000. El sector del carbón empleaba por entonces a unas 52.000 personas en total.
Tampoco es un recurso estratégico
El argumento de que es preciso defender con dinero público el carbón por ser un "recurso estratégico" también es falaz. El carbón español se utiliza para producir electricidad quemándolo en centrales térmicas, pero sólo el 7% de la energía eléctrica que se produce en España se genera utilizando carbón español. En cambio, y dependiendo del año hidrológico, la producción de energía eléctrica de origen hidroeléctrico está entre el 11% y el 16% y la de origen eólico supone más del 18%.
De hecho, con unas subvenciones de menos de la mitad de las que se dan al carbón se podría extraer en España uranio capaz de alimentar a todas las centrales nucleares que producen el 21% de la electricidad. Finalmente la energía fotovoltaica y termosolar produce el 3% de la electricidad que se consume en España.
Así, en España se podría producir con recursos de origen autóctono (viento, uranio y agua), y con menos subvenciones que las que recibe el carbón, el 50 % de la electricidad, mientras que con el carbón nacional solo se produce un 7% de la energía eléctrica. (excluyendo la energía solar, puesto que las subvenciones que recibe son mayores aún que las del carbón, y para producir sólo el 3 % de la energía eléctrica que se produce en España).
Además, hay que recordar que la electricidad sólo supone la mitad del consumo de energía en España siendo la otra mitad la gasolina y el gasoil que consume el parque de automóviles, camiones, autobuses, tractores, barcos, aviones y otros vehículos y el gas natural para usos domésticos o industriales.
Importar es más rentable
Por todo ello, España puede conseguir fácilmente el carbón que necesita en el mercado mundial a un precio muy inferior al que cuesta el carbón nacional. No en vano, los 9,5 millones de toneladas de carbón que ahora se producen en España son una insignificancia en comparación con los 700 millones que se comercian en el mundo, los 4.200 millones que se producen o el casi billón de toneladas de reservas mundiales.
Es decir, dejar de producir carbón nacional no influiría lo más mínimo en el precio del volumen de mineral que demanda anualmente España. Una producción de sólo 9 millones de toneladas no puede influir en un mercado de 700 millones de toneladas, en el que participan multitud de países (EEUU, Canadá, Colombia, Rusia, Sudáfrica, Indonesia, Australia) y, además, está en expansión.
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Zapatero dio a la minería 482 millones de forma irregular entre 2004 y 2007
LD Libre Mercado 2012-07-04
El Gobierno del PSOE decidió archivar un gran número de informes que calificaban las ayudas de ilegales.
Entre 2004 y 2007, la Intervención General de
la Administración del Estado (IAGE), encargada de regular las
subvenciones estatales, determinó que las empresas de la
minería del carbón debían devolver 494,4 millones de euros de
los más de 1.800 que se habían concedido al sector porque incumplían
la normativa establecida para las ayudas estatales.
A pesar del informe del IAGE, el Gobierno del PSOE decidió
archivar casi todos los informes y renunció a cobrar 482 de los
494 millones que el organismo había calculado, según informa el diario ABC.
En concreto, la IAGE encontró:
"Un exceso no justificado de 291,2 millones en la ayuda al funcionamiento y reducción de la actividad", cuyo objetivo es sufragar el déficit del sector.
"En las ayudas dedicadas a cargos excepcionales" que se destinan a cubrir los costes del cierre de explotaciones "no se llegaron a acreditar gastos de 55,9 millones".
Algunas empresas se negaron a colaborar con el organismo y cobraron 147,3 millones.
El Instituto para la Reestructuración de la
Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas
Mineras (IRMC), adscrito a Industria, fue el encargado de recibir
esos informes y solo aceptó 3 de 47, aludiendo consideraciones
"sociales y económicas" que nada tenía que ver con la
auditoría del IAGE.
Entonces, los expedientes rechazados fueron a parar al ministro
de Industria, Joan Clos, que al final dio su visto bueno a un
total de 15 por un valor de 121 millones y remitió el resto, por
valor de 308 millones, al Consejo de Ministros, que no sólo
archivó estos últimos expedientes sino también los que se
habían aceptado y solo exigió la devolución de poco más de 10
millones de euros.
Los mineros mantienen los cortes en carreteras y vías asturianas
Mientras tanto las protestas mineras en el marco de la huelga indefinida que mantiene el sector del carbón se han centrado este miércoles en algunos cortes de tráfico en las carreteras asturianas y en las vías de Renfe y Feve en la región.
La red de carreteras ha sufrido interrupciones
en la AS-117, en el kilómetro 11, en Sotrondio, y en ese entorno
del municipio de San Martín del Rey Aurelio también ha sido
cortado el tráfico en la calzada local SM-3.
Además, las barricadas han impedido la circulación en la
carretera MI-1, entre Mieres y Ablaña. Las comunicaciones
ferroviarias se han visto afectadas tanto en el caso de Renfe
como Feve, ya que ambas compañías han sufrido cortes en sus
vías. La primera en el trayecto entre Oviedo y Mieres, en La
Pereda, y la segunda entre Tuilla y El Entrego.
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La minería del carbón ha enterrado 24.000 millones del contribuyente desde 1990 hasta 2012
LD M. Llamas 2012-07-05El sector del carbón nacional ha obtenido 24.000 millones de euros en ayudas y subvenciones mediante cuatro planes específicos desde 1990.
El carbón nacional es un negocio ruinoso desde hace más de un siglo y, por ello, ha precisado de una continua inyección de dinero público y de un marco fuertemente proteccionista a nivel comercial durante décadas para evitar su cierre. En la actualidad, el sector se ha declarado en pie de guerra para protestar contra el recorte de las ayudas en 2012 y el plan impuesto por Bruselas para eliminar por completo el régimen de subvenciones a partir de 2018.
Y es que, hasta ahora, los mineros del carbón han gozado de una sustancial generosidad por parte de los distintos gobiernos a costa del bolsillo de los contribuyentes. La cuantía exacta de las ayudas concedidas al sector fue detallada recientemente por el ministro de Industria, José Manuel Soria, durante una comparecencia en el Senado el pasado junio. Desde 1990, a través de cuatro planes sectoriales, dicha industria ha percibido un total de 24.000 millones de euros.
1. Plan 1990-1993: 4.689 millones
En el año 1990, y hasta 1993, el entonces Gobierno del PSOE puso en marcha el denominado Plan de Reordenación del Sector del Carbón, que incluyó ayudas por un importe total de 4.689 millones de euros.
El citado plan consistió, básicamente, en un conjunto de ayudas públicas que tenían por objeto subsidiar diversos conceptos.
2. Plan 1994-1997: 4.275 millones
En el año 1994 y hasta 1997, tuvo lugar el llamado Plan de modernización, racionalización y reestructuración y reducción de la actividad de la industria del carbón española, cuyo importe ascendió total a 4.275 millones, dividido en distintas partidas.
3. Plan 1998-2005: 9.246 millones
El Plan de la Minería del Carbón y Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras destinó ayudas por importe de 9.246 millones de euros. En este caso, con el PP ya en el poder, las ayudas se ampliaban a otras materias, más allá de la mera actividad minera.
4. Plan 2006-2012: 4.987 millones
Éste es el último plan aprobado y ejecutado hasta el momento, aún en vigor, y fue impulsado por el anterior Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, bajo el título Plan Nacional de Reserva Estratégica del Carbón y nuevo modelo de desarrollo integral y sostenible de las comarcas mineras. Su cuantía asciende a 4.987 millones de euros. Entre otras materias, incluye:
Ayudas indirectas: 798 millones
A todo ello, se suman las ayudas indirectas que recibió el sector bajo Zapatero. Y es que, su Gobierno aprobó en 2010 un real decreto por el cual se primaba la compra de carbón naciónal por parte de las eléctricas, en detrimento de otros recursos, para contrarrestar el descenso de la demanda que se produjo a partir de 2008 como resultado del apoyo público a las energías renovables, la caída del precio internacional del carbón y la entrada en funcionamiento de plantas de ciclo combinado (gas y vapor de agua).
A través de esta medida, el anterior Ejecutivo priorizó en el sistema eléctrico las energías generadas con carbón nacional hasta un límite del 15% de la energía primaria necesaria para la cobertura de la demanda. Además, fijó la cantidad del carbón que se tenía que comprar por cada una de las centrales, así como el precio y la retribución a percibir por cada gigavatio/hora producido mediante carbón nacional.
En 2011 el coste de estas ayudas indirectas ascendió a 382 millones de euros, y para 2012 Industria prevé que alcance los 416 millones. En total, 798 millones de euros.
Una media de 1.090 millones al año
Así pues, la suma de ayudas directas e indirectas que ha recibido el sector del carbón nacional arroja un total de 24.000 millones de euros desde 1990, lo cual hace una media de 1.090 millones de euros al año.
En cuanto a la distribución de este montante, las empresas del sector han percibido durante este período un total de 5.492 millones de euros en ayudas directas a la explotación: grupo Viloria (154 millones); grupo Luengo (296); Del Valle (625); Hunosa (1.289); Victorino (2.110); mientras que el resto han cobrado 1.018 millones de euros.
Por otro lado, desde 1990 -inicio del primer plan-, el número de mineros ha descendido, gracias a las ayudas para prejubilaciones e indemnizaciones, de 45.000 personas hasta las poco más de 4.000 que trabajan en la actualidad, lo que supone una reducción de plantillas próxima al 90%. Asimismo, la producción ha caído desde las 19,3 millones de toneladas en el año 1989 hasta los 6,2 millones de toneladas que se estiman para finales de 2012, lo cual equivale a un descenso del 67%.
En la actualidad, las comarcas mineras activas se concentran tan sólo en seis provincias: Asturias, León, Palencia, Lleida, Teruel y Ciudad Real.
Prejubilaciones en los años 80: 2.500 millones
Además, cabe tener en cuenta que, antes de la aplicación de los citados planes, se llevó a cabo una intensiva política de prejubilaciones -con dinero público- desde la llegada del PSOE al poder en 1982. En poco tiempo se prejubilaron a todos los mineros de más de 47 años (unos 15.000) a fin de reducir plantillas, con un coste estimado para las arcas públicas próximo a los 250.000 millones de pesetas de la época que, una vez corregida la inflación y traducidos en euros supondrían unos 2.500 millones de euros a día de hoy, según informa el blog Desde el Exilio.
Así pues, desde los años 80, el sector ha percibido, como mínimo, 27.500 millones de euros de los contribuyentes, sin que tal inyección haya supuesto para las zonas beneficiarias el más mínimo desarrollo en términos económicos. No en vano, las cuencas mineras registran una baja tasa de natalidad, una creciente despoblación y un envejecimiento cada vez mayor. Es decir, ni atraen inversión ni nuevas empresas pese al torrente de millones recibido durante todo este tiempo.