Benedicto XVI renuncia a su "ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro" desde el 28 de febrero de 2013 a las 20:00 horas, según comunica el 11 de febrero

Enseñanzas del papa Benedicto XVI

Benedicto XVI retrasó muchos meses su renuncia, decidida en el verano del 2012

Resumen de prensa del 12 de febrero de 2014

resumendeprensa@iglesianavarra.org

 

Benedicto XVI retrasó muchos meses su renuncia, decidida en el verano del 2012

ABC

Aunque el anuncio del 11 de febrero del 2013 fue un «shock» inesperado para el mundo entero, Benedicto XVI había tomado la decisión de renunciar muchos meses antes, según manifestó el cardenal Tarcisio Bertone, su secretario de Estado durante siete años, a la agencia televisiva Rome Reports. El cardenal salesiano había sido ya su «número dos» durante muchos años en la Congregación para la Doctrina de la Fe, y era una de sus personas de mayor confianza.

Según Bertone, «el Papa Benedicto maduró esa decisión mucho antes del anuncio. A mí me habló a mitad del año 2012. Yo le hice notar todos los problemas que plantearía, pero el Papa se sentía cansado, se sentía anciano. Pensaba sobre todo a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, y decía ‘¿Cómo voy a hablar a millones de jóvenes a mi edad?’».

Pocos meses antes, durante el viaje a México y Cuba en marzo del 2012 -que le habían desaconsejado los médicos-, Benedicto XVI volvió a caerse otra vez y hacerse daño en la frente, por fortuna sin graves consecuencias. Era el cuarto o quinto aviso…

Aún sin oponerse a su tesis de falta de «vigor del cuerpo y del ánimo», el cardenal Bertone buscaba excusas para retrasar el momento: «Yo le decía, ‘pero mire que tiene que completar el tercer volumen de Jesús de Nazaret sobre la Infancia de Jesús, que será el regalo de Navidad a todo el Pueblo de Dios’, después que ‘tiene que terminar la encíclica sobre la Fe’, después que ‘acaba de empezar hace poco el Año de la Fe’… Pero el Papa decidió que la fecha de la renuncia seria irrevocablemente el 11 de febrero del 2013, fiesta de la Virgen de Lourdes».

Un argumento fuerte para el retraso fue el de no entristecer la fiesta de Navidad de los católicos y no complicar esas fechas a los cardenales electores. El 11 de febrero era perfecto para dar a conocer una renuncia que sería efectiva el 28 de ese mes, dando lugar, con mucha anticipación, a los preparativos de un Cónclave a mediados de marzo.

Benedicto XVI informó de su decisión también a su secretario, Georg Gaenswein, quien manifestó que «instintivamente le dije ‘no, Santo Padre, no es posible’. Pero luego me di cuenta de que no me estaba informando de algo para discutir, sino de una decisión ya tomada. No fue fácil mantener el secreto. Para mí era como una cuchillada muy dolorosa».

En una entrevista con el semanario italiano «Famiglia Cristiana», Gaenswein recuerda que «el 13 de marzo, después de la elección, yo también estaba en la Capilla Sixtina para saludar al nuevo Papa. El Papa Francisco me preguntó enseguida por el Papa Benedicto y me dijo que quería telefonearle. Compuse yo mismo el número, y le pase el móvil. En aquella conversación, Benedicto le felicitó y le prometió su oración y su apoyo».

La nueva vida del Papa emérito

Mes y medio más tarde, el 2 de mayo, terminadas las obras de la residencia «Mater Ecclesiae», el Papa emérito regresó de Castel Gandolfo para instalarse en los Jardines Vaticanos, un lugar que adora y le sienta bien.

Su jornada típica, según Gaenswein, «comienza con la misa, después el breviario y después el desayuno. Suele dedicar la mañana a la oración y el estudio, el correo y las visitas, que aumentan. A la una y media almorzamos todos juntos, el Papa Benedicto, yo y las cuatro mujeres Memores Domini. Después, no falta la siesta. Por la tarde despacha la extensa correspondencia privada y escucha algo de música”.

Tres veces al día, el fiel secretario le acompaña en paseos lentos y tranquilos: «Uno detrás de la casa justo después de comer, y otro hacia las cuatro para rezar juntos el Rosario. Hacemos también un paseo brevísimo en la terraza después de la cena a las siete y media y el telediario de las ocho. A continuación el Papa se retira, y a veces toca el piano».

Su sencillo piano de siempre, el que su familia le regaló hace más de medio siglo, cuando era un joven profesor de teología, la gran pasión de su vida.

Benedicto XVI: «¿Cómo haré para dirigirme a los jóvenes en la JMJ de Brasil?»

La Razón

«Recemos hoy juntos por Su Santidad Benedicto XVI, un hombre valiente y humilde». Un año después de que Joseph Ratzinger sorprendiera al mundo con su anuncio de que dejaba el pontificado porque le faltaba el vigor en el cuerpo y en el ánimo, su sucesor, el Papa Francisco, le dedicó ayer un mensaje en la red social Twitter

El Papa alemán dijo que se iba el 11 de febrero de 2013, fiesta de la Virgen de Lourdes, pero llevaba meses reflexionando sobre este paso inédito en la historia reciente de la Iglesia católica.

El primero que lo confirmó fue su biógrafo, el periodista y escritor alemán Peter Seewald, quien contó que el propio Ratzinger le dijo en diciembre de 2012 que iba a renunciar a su puesto. Ayer se supo que la decisión se fraguó desde meses antes. El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado durante la mayor parte del pontificado de Benedicto XVI, estuvo al corriente desde mediados de 2012. Lo confesó en una entrevista con la agencia de televisión Rome Reports.

Cuando el Papa alemán se lo dijo a su mano derecha, éste le expuso «los problemas que habrían surgido» al dar este paso. «Pero el Papa se sentía cansado, se sentía anciano, pensaba sobre todo a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Decía, ''¿cómo haré para dirigirme, para hablar a millones de jóvenes, con la edad que tengo?''», recuerda Bertone. Éste fue uno de los motivos que llevaron a Benedicto XVI a no esperar a la muerte para poner fin a su pontificado, un gesto que «tiene un gran valor histórico y da muestra de la fe de la Iglesia en su fundador. Como decía Benedicto XVI, es el Señor el que guía a la Iglesia».

La decisión médica

Como explicaron fuentes vaticanas a LA RAZÓN, en aquellos agitados días que siguieron al anuncio de la renuncia, el médico personal del entonces Papa, Patrizio Polisca, le dijo tras la visita a México y Cuba de marzo de 2012 que no debía tomar más vuelos intercontinentales a causa de su salud. Benedicto XVI no quería dejar a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro sin Papa y por eso optó por propiciar la llegada de un nuevo obispo de Roma.

El otro motivo que le llevó a tomar esta decisión fue ver cómo se había ido deteriorando en los últimos tiempos la salud de su hermano Georg, tres años mayor que él, cuya vista ha empeorado mucho y que necesita asistencia para caminar. Benedicto XVI, que había vivido de cerca la agonía final de Juan Pablo II, no quería ofrecer la imagen de un Pontífice casi ciego y en silla de ruedas.

Cuando le comunicó su idea a Bertone, éste trató de que la postergara recordándole algunos de sus compromisos: «Yo le decía... Pero mire, que aún debe completar el tríptico sobre Jesús de Nazaret, y regalarnos el tercer volumen sobre la infancia de Jesús: para Navidad será el regalo del Papa a todo el Pueblo de Dios; luego llegará la encíclica sobre la Fe, que está todavía preparando. Y además, acaba de empezar «el Año de la Fe». Pero el Papa decidió que la fecha de la renuncia fuera irrevocablemente el 11 de febrero de 2013, la fiesta de la Virgen de Lourdes».

Al comunicar su decisión después de la Navidad, a Benedicto XVI le dio así tiempo a publicar la última parta de su trilogía sobre la vida de Jesús y a empezar la encíclica sobre la fe que luego retomaría y acabaría su sucesor, Francisco, publicándola el pasado julio con el título «Lumen fidei».