Burke en diciembre de 2014
ReL 21 diciembre 2014 http://www.religionenlibertad.com/burke-cambiar-una-disciplina-tiene-un-efecto-sobre-la-doctrina-que-39446.htm
Recientemente Gloria TV entrevistó al cardenal
Raymond Leo Burke, de 66 años, antiguo arzobispo de St Louis (Missouri,
Estados Unidos), y prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura
Apostólica hasta el pasado 8 de noviembre de 2014, cuando fue
nombrado patrono de la soberana Orden de Malta. Ofrecemos a
continuación la traducción de sus declaraciones, realizada por
Zela Fabbri para Adelante la Fe.
-Su Eminencia, usted creció antes del Concilio Vaticano II.
¿Cómo recuerda aquellos tiempos?
-Yo crecí en un tiempo muy hermoso en la Iglesia, en la que se
nos instruía cuidadosamente en la fe, tanto en casa como en la
escuela católica, en especial con el Catecismo de Baltimore.
Recuerdo la gran belleza de la Sagrada Liturgia, con
hermosas Misas incluso en nuestro pequeño pueblo agrícola. Y
luego, por supuesto que estoy muy agradecido a mis padres que me
dieron una formación muy sólida sobre la forma de vivir como
católico. Así es que fueron años muy hermosos
-Un amigo mío que nació después del Concilio solía decir:
No todo era bueno en los viejos tiempos, pero todo era
mejor. ¿Qué opina de esto?
-Bueno, tenemos que vivir en cualquier momento que el Señor nos
da. Ciertamente, tengo muy buenos recuerdos de crecer en la
década de 1950 y principios de 1960. Creo que lo más importante
es que apreciamos la naturaleza orgánica de nuestra fe católica
y valoramos la tradición a la que pertenecemos y por la cual la
fe ha llegado a nosotros.
-¿Abrazó con entusiasmo los grandes cambios después del
Concilio?
-Lo que sucedió inmediatamente después del Concilio en
aquel momento yo estaba en el seminario menor , y observábamos
lo que estaba ocurriendo en el Concilio pero lo ocurrido
después del Concilio fue muy fuerte, incluso en algunos casos
violento, que tengo que decir que, aun cuando era joven, empecé
a cuestionar algunas cosas si esto era realmente lo que se
pretendía con el Concilio- porque advertí que muchas
cosas hermosas que la Iglesia tenía de repente desaparecían
e incluso ya no eran consideradas hermosas. Pienso, por ejemplo,
en la gran tradición del canto gregoriano o el uso del latín en
la celebración de la Sagrada Liturgia. Y Luego también, estaba,
el llamado espíritu del Concilio Vaticano II
que influyó otras áreas por ejemplo, la vida
moral, la enseñanza de la fe y seguidamente vimos
tantos sacerdote abandonar su ministerio sacerdotal, y a
muchas hermanas religiosas renunciar a la vida religiosa. Así es
que, sin duda alguna había aspectos del período posconciliar
que planteaban preguntas.
-Usted fue ordenado sacerdote en 1975. ¿Cree usted que algo se
ha hecho mal en la Iglesia?
-Sí, yo creo que sí. De alguna manera, hemos perdido el fuerte
sentido de la centralidad de la Sagrada Liturgia y, por tanto, de
la función sacerdotal y el ministerio en la Iglesia. Tengo que
decir, que yo estaba tan fuertemente criado en la fe, y tenía un
sólido entendimiento de la vocación, que nunca podría rechazar
hacer lo que Nuestro Señor estaba pidiendo. Pero vi que había
algo que sin duda había salido mal. Fui testigo, por ejemplo,
cuando era un joven sacerdote, del vacío de la catequesis. Los
textos de catequesis eran muy pobres. Entonces fui testigo de las
experimentaciones litúrgicas algunas de las cuales no
quiero ni recordar la pérdida de la vida devocional, la
asistencia a la misa del domingo comenzó a disminuir de manera
constante: todo ello me indicaba que algo había salido mal.
-¿Podría haber imaginado en 1975 que, un día ofrecería Misa
en el rito que fue abandonado por el bien de la renovación?
-No, no me lo hubiera imaginado. Aunque, debo decir también que
lo encuentro lógico, ya que es un rito muy hermoso y el que la
Iglesia lo haya recuperado me parece un signo muy saludable. Pero,
en aquel momento, hay que decir que la reforma litúrgica
en particular fue muy radical y, como he mencionado antes,
incluso violenta, por lo que el pensamiento de una
restauración no parecía algo posible. Pero, gracias a Dios,
sucedió.
-¿Jurídicamente, el Novus Ordo y la Misa Latina Tradicional son
el mismo rito. ¿Es esto también su verdadera experiencia cuando
celebra una Misa Pontifical Solemne en el nuevo o en el rito
antiguo?
-Sí, entiendo que ellas son el mismo rito, y creo que, cuando el
llamado nuevo rito o la forma ordinaria se celebra con
gran cuidado y con un fuerte sentido de que la Santa Liturgia es
la acción de Dios, uno puede ver más claramente la
unidad de las dos formas de un mismo rito. Por otro lado, espero
que con el tiempo algunos de los elementos que
imprudentemente se retiraron del rito de la Misa, que ahora se ha
convertido en la forma ordinaria, puedan ser restaurados, ya que
la diferencia entre las dos formas es muy marcada.
-¿En qué sentido?
-En la rica articulación de la forma extraordinaria, todo apunta
siempre a la naturaleza teocéntrica de la liturgia, en cambio
esto prácticamente disminuye hasta el el grado más bajo posible
en la forma ordinaria.
-¿El Sínodo sobre la Familia ha sido un golpe e incluso un
escándalo, sobre todo para las familias católicas jóvenes que
son el futuro de la Iglesia?¿Tienen ellos motivos para
preocuparse?
-Sí, lo tienen. Creo que la relatio intermedia del Sínodo, que
terminó el 18 de octubre pasado, es quizás uno de los
documentos públicos más impactantes de la Iglesia que yo podía
imaginar. Y, es también motivo de alarma muy grave, siendo
especialmente importante que las buenas familias católicas que
están viviendo la belleza del Sacramento del Matrimonio se
consagren a una vida matrimonial sólida y que también
utilicen cualquier ocasión para dar testimonio de la
belleza y verdad que están experimentando a diario en su vida
matrimonial.
-Prelados de alto rango continúan dando la impresión de
que el progreso en la Iglesia consiste en la
promoción de la agenda gay y la temática del divorcio.
¿Creerán ellos realmente que estas cosas van a originar una
nueva primavera en la Iglesia?
-No sé cómo podrían creer tal cosa, cómo podría ser que, por
ejemplo, el divorcio que la Constitución Pastoral sobre la
Iglesia Gaudium et Spes llama una plaga en la
sociedad cómo podría ser que la promoción de las
relaciones homosexuales, que son intrínsecamente malas, ¿cómo
podría provenir de esto algo bueno? En realidad, lo que vemos es
que tienen como resultado la destrucción de la sociedad, la
ruptura de la familia, la ruptura de la fibra de la sociedad, y,
por supuesto, en el caso de los actos contra natura, la
corrupción de la sexualidad humana, la cual es ordenada
esencialmente hacia el matrimonio y a la procreación de los
hijos.
-¿No cree Usted que el principal problema en vastos territorios
de la Iglesia es la falta de familias católicas y sobre todo la
falta de niños católicos?¿No debería más bien haber sido
esto el eje del Sínodo?
-Eso creo, y mucho. La Iglesia cuenta con sólida vida familiar
católica, y depende de las familias católicas sólidas. Yo creo
que, cuando la Iglesia está sufriendo más, también el
matrimonio y la vida familiar están sufriendo. Vemos que cuando
en el matrimonio las parejas no son generosas en traer una nueva
vida al mundo, sus propios matrimonios disminuyen, así como la
sociedad misma. Somos testigos de que en muchos países en que la
población local, que en muchos casos sería cristiana, está
desapareciendo debido a que la tasa de natalidad es muy baja. Y
algunos de estos lugares por ejemplo, donde también hay
una fuerte presencia de las personas que pertenecen al Islam
nos encontramos con que la vida musulmana se está
apoderando de los países que antes eran cristianos.
-En muchas partes de Europa Occidental y los EE.UU., las únicas
parroquias que aún tienen niños pertenecen a la Fraternidad
Sacerdotal de San Pío X, mientras que diócesis enteras están
desiertas. ¿Los obispos toman nota de esto?
-Me imagino así. No tengo experiencia directa de lo que
usted está describiendo. A partir de mi propio
experiencia como obispo de La Crosse, Wisconsin y como Arzobispo
de Saint Louis, Missouri, he oído esto acerca de algunas
diócesis en ciertas naciones europeas donde prácticamente son
incapaces de continuar, pero existe una fuerte presencia de los
que pertenecen a la Fraternidad de San Pío X. No puedo dejar de
pensar que los obispos en esos lugares deben tener conocimiento
de lo mismo y deben reflexionar sobre ello
-La mayoría de los católicos practicantes en una parroquia
promedio en Europa Occidental y los EE.UU. son los que fueron
bautizados y catequizados antes del Concilio. ¿Está la Iglesia
en estos países viviendo de su pasado?
-Creo que mi generación, por ejemplo, fue bendecida al poder
crecer en un momento en el que había una fuerte práctica de la
fe católica, una fuerte tradición de participación en la Misa
dominical y en la Sagrada Liturgia, una fuerte vida devocional,
un fuerte enseñanza de la Fe- Pero de alguna manera, yo creo,
que por desgracia nos lo tomamos como algo seguro, y no
se dio la misma atención a continuar la transmisión de la fe
como la habíamos recibido para el éxito de las futuras
generaciones. Ahora lo que yo veo es que muchos jóvenes tienen
hambre y sed y esto ya desde hace algún tiempo de
conocer la fe católica en sus raíces y experimentar muchos
aspectos de la rica tradición de la fe. Así es que creo que hay
una recuperación precisamente de lo que durante un período de
tiempo se había perdido o no se cuidó de manera adecuada. Creo
que ahora está ocurriendo un renacimiento de jóvenes católicos.
-¿El Sínodo sobre la Familia tiene algún plan para promover el
matrimonio y para alentar y apoyar a las familias con muchos
hijos?
-Sinceramente espero que así sea. Yo no soy parte de la
dirección central o del grupo de Cardenales y Obispos que
colaboran en la organización y dirección del Sínodo de los
Obispos. Pero sin duda que así lo espero.
-Muchos católicos temen que, al final, el Sínodo de los Obispos
recurrirá a un doble lenguaje. Razones Pastorales se
utilizan para en la práctica cambiar la doctrina. ¿Se
justifican tales temores?
-Sí. De hecho, uno de los argumentos más insidiosas utilizados
en el Sínodo para promover las prácticas que son contrarias a
la doctrina de la fe es el argumento de que, Nosotros no
estamos tocando la doctrina, creemos en el matrimonio como la
Iglesia siempre ha creído en él, pero sólo estamos haciendo
cambios en la disciplina . Pero en la Iglesia Católica,
esto nunca puede ser, porque en la Iglesia Católica, su
disciplina siempre se relaciona directamente con su enseñanza.
En otras palabras: la disciplina está al servicio de la verdad
de la fe, de la vida en general en la Iglesia Católica. Y así, no
se puede decir que el cambiar una disciplina no tiene algún
efecto sobre la doctrina a la que protege o salvaguarda
o promociona.
-¿El término misericordia se utiliza para cambiar
la doctrina de la Iglesia e incluso el Nuevo Testamento con el
fin de justificar el pecado. ¿Fue este uso deshonesto del
término misericordia expuesto en el Sínodo?
-Sí, lo fue. Había padres sinodales que hablaron acerca de un
falso sentido de la misericordia, que no tendría en cuenta la
realidad del pecado. Me acuerdo de un Padre sinodal que dijo:
¿Ya no existe el pecado? ¿Acaso ya no lo reconocemos?
Así que, creo que fue muy fuertemente confrontado por algunos
Padres sinodales. El alemán protestante luterano
pastor que murió durante la Segunda Guerra Mundial, Dietrich
Bonhoeffer, utilizaba una analogía interesante. Habló acerca de
la gracia costosa y la gracia barata.
Bueno, no hay gracia barata. Cuando
la vida de Dios se da a nosotros como lo es en la Iglesia,
exige de nosotros una nueva forma de vida, una conversión diaria
a Cristo, y sabemos que la misericordia de Dios se da en
la medida que abrazamos la conversión y nos esforzamos por hacer
nuevo, en Cristo, cada día de nuestra vida y para superar
nuestros pecados y nuestras debilidades.
-¿Por qué el término misericordia es utilizado
para los adúlteros, pero no para los pedófilos? En otras
palabras: ¿Tiene la iglesia los medios para decidir cuándo se
permite aplicar la misericordia y cuándo no?
-Esto, también, es un punto al que se dió atención durante el
Sínodo. La Misericordia tiene que ver con la persona que, por la
razón que sea, está cometiendo pecado. Hay que llamar
siempre hacia el bien a esa persona en otras
palabras, llamarla a ser quien ella realmente es: hija de
Dios. Pero al mismo tiempo, hay que reconocer los
pecados, ya sean el adulterio o la pedofilia o el robo o el
asesinato cualquiera que este sea como grandes
males, como pecados mortales y, por tanto, como intolerables para
nosotros. No podemos aceptarlos. La mayor caridad, la
misericordia más grande que podemos mostrar al pecador es
reconocer la maldad de los actos que él o ella está cometiendo
y llamar a esa persona a la verdad.
-¿Todavía tenemos que creer que la Biblia es la autoridad
suprema de la Iglesia y no puede ser manipulada, ni siquiera por
los obispos o el Papa?
-¡Por supuesto! La palabra de Cristo es la verdad a la que todos
estamos llamados a ser obedientes y, ante todo, a la que el Santo
Padre está llamado a obedecer. En algún momento durante el
Sínodo, habían hecho referencia a la plenitud del poder del
Santo Padre, que en Latín llamamos en plenitudo potestatis,
dando la impresión de que el Santo Padre podría incluso, por
ejemplo, disolver un matrimonio válido que se había consumado.
Y eso no es cierto. La plenitud del poder no es un
poder absoluto. Es la plenitud del poder para
hacer lo que Cristo ordena de nosotros en obediencia a
Él. Así es que todos seguimos a Nuestro Señor Jesucristo,
comenzando con el Santo Padre.
-¿Un arzobispo dijo recientemente, obviamente Seguimos la
doctrina de la Iglesia sobre la familia. Luego agregó:
hasta que el Papa decida otra cosa. ¿Tiene el
Papa el poder de cambiar la doctrina?
-No. Esto es imposible. Sabemos lo que la enseñanza de la
Iglesia ha sido siempre. Fue, por ejemplo, expresada por el Papa
Pío XI en su encíclica Casti connubii. Fue expresada
por el Papa Pablo VI en la Humanae vitae. Y expuesta de
manera admirable por el Papa San Juan Pablo II en la
Familiaris consortio. Esa enseñanza es inmutable. El Santo
Padre puede dar como servicio la defensa de la enseñanza
presentándola con novedad y frescura, pero sin cambiarla.
-Se dice que los cardenales llevan el color rojo para representar
la sangre de los mártires que murieron por Cristo. A excepción
de John Fisher, quien fuera nombrado cardenal cuando ya estaba en
la cárcel, ningún cardenal ha muerto por la Fe. ¿Cuál es la
razón de esto?
-No lo sé, no puedo explicarlo. Ciertamente, algunos cardenales
han sufrido mucho por la Fe. Pensamos en el cardenal Mindszenty
(1892-1975), por ejemplo, en Hungría, o pensamos en el cardenal
Stepinac (1898-1960) en lo que fue Yugoslavia. Y
pensamos en otros cardenales de diferentes períodos de la
historia de la Iglesia que tuvieron que sufrir mucho para
defender la Fe. El Martirio puede tomar más que solo la forma
sangrienta. Hablamos de martirio rojo, pero también hay
un martirio blanco que consiste en enseñar fielmente la verdad de
la Fe y la defensa de ella, y tal vez ser enviado al exilio como
ha ocurrido a algunos cardenales, o que sufren de otras maneras.
Pero lo importante para el Cardenal ha de ser la defensa de la Fe
usque ad effusionem sanguinis incluso hasta el
derramamiento de sangre. Así, un Cardenal tiene que hacer todo
lo posible para defender la fe, incluso si esto significa el
derramamiento de sangre. Pero también todo lo que va antes de
eso.
-Su Eminencia, algunas observaciones rápidas: ¿Quién es su
santo preferido?
-Bueno, la Madre Santísima, obviamente, es la favorita de todos
nosotros.
-¡Eso no cuenta!
-También tengo una gran devoción a san José. Pero una santa
que realmente me ha ayudado mucho durante mi vida, desde el
momento en que era un niño y en el seminario, es Santa Teresa de
Lisieux, la Pequeña Flor. Su Caminito sigue siendo, para mí,
muy útil en mi vida espiritual.
-¿Cuál es su oración favorita?
-El rosario.
-¿Cuál es su libro favorito?
-Supongo que el Catecismo no cuenta. [Risas]
-No, tampoco la Biblia.
-Me gusta también mucho los escritos del beato Columba Marmion (1858-1923),
escritos espirituales, y también soy aficionado a los escritos
del arzobispo Fulton Sheen (1895-1979).
-¿Cuál fue su mejor momento como sacerdote?
-Yo creo que mi ordenación al sacerdocio. Pienso constantemente
en ello y todo estaba allí, todo se ha desarrollado desde allí.
Lo que encuentro más hermoso en el sacerdocio fue lo que se dio
en los primeros cinco años de mi sacerdocio, cuando tuve un
intenso servicio sacerdotal en la parroquia con el Sacramento de
la Confesión, con muchas confesiones, y la celebración
obviamente de la Santa Misa , y luego la enseñanza de la
fe a los niños. Esos recuerdos y luego, por un breve
período de tres años, enseñé en una escuela secundaria
católica esos son realmente, para mí, los recuerdos de
mi sacerdocio que más atesoro.
-¿Teme el Juicio Final?
-Por supuesto que sí. Uno piensa, por ejemplo, en toda la
responsabilidad que tienes, primero como sacerdote, pero más
aún como obispo y cardenal, y hace que uno examine su conciencia.
Sé que hay cosas que podría haber hecho mucho mejor, y eso me
hace tener miedo. Pero espero que el Señor tenga misericordia de
mí y oro por ello.
-Gracias, señor Cardenal.
-De nada.
Monseñor Athanasius Schneider dice que durante el Sínodo hubo momentos de evidente manipulación
Testimonio a favor de la fuerza de la
gracia
Sobre la indisolubilidad del matrimonio y el debate acerca de los
divorciados vueltos a casar y los sacramentos
Gerhard L. Müller, Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe
El cardenal Caffarra rectifica los planteamientos del cardenal Kasper
Mons. Livieres dice que "al Papa Francisco le toca hoy esa misma hora heroica que afrontó Pablo VI"