Los crímenes de la ETA y su
castigo
Crónica
La negociación de Zapatero
con la ETA de 2005 a 2007
Los secretos del chivatazo policial a la ETA en el caso Faisán
La ETA, «la familia», contaba en 2006 con que el Gobierno no la iba a molestar durante la tregua y consideraba el nombramiento del «blando» Alfredo Pérez Rubalcaba como parte de un acuerdo con el Ejecutivo para el afianzamiento del proceso de paz
Diario de Navarra. MELCHOR SÁIZ-PARDO COLPISA. MADRID Lunes, 22 de febrero de 2010
Los pinchazos telefónicos del caso Faisán en la primavera de 2006 revelan que la ETA aseguraba tener garantías del Gobierno de que las fuerzas de seguridad no iban a actuar contra la banda durante la tregua. Que no iban a «tocar los cojones» (sic) a sus miembros mientras durara el alto el fuego.
Una de las conversaciones grabadas al jefe del aparato de extorsión de ETA, Joseba Imanol Elosúa, días antes de que un chivatazo policial le alertara de la inminente operación contra el impuesto revolucionario y diera al traste con la redada, desvela que el recaudador consideraba el nombramiento del «blando» Alfredo Pérez Rubalcaba como parte de un acuerdo con el Ejecutivo para el afianzamiento del proceso de paz, en el que, siempre según el etarra, entraría la excarcelación de presos de la banda en una supuesta amnistía.
La transcripción de la conversación, a la que ha tenido acceso Colpisa, figura en el tronco central del sumario secreto que instruye el juez Baltasar Garzón y que incluye una pieza separada por el chivatazo en la que están imputadas tres personas por colaboración con banda armada y revelación de secretos oficiales, entre ellas, el ex director general de la Policía Víctor García Hidalgo.
La conversación está fechada el 7 de abril de 2006, es decir 27 días antes de que un desconocido pasara a Elosúa un móvil desde el que le avisó de que era vigilado y debía cesar sus labores de recaudación para «no joder la negociación». ETA había anunciado un alto el fuego permanente sólo dos semanas antes, el 22 de marzo.
El que llama es el propio Elosúa desde el teléfono de su establecimiento, el bar Faisán de Irún, el principal centro de cobro del chantaje terrorista. Ese terminal estaba pinchado desde hacía meses. El etarra y tabernero telefonea a un interlocutor que los informes policiales identifican sólo como Julen. Elosúa parece excitado.
"Esto va adelante"
Acaba de enterarse del nombramiento de Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro del Interior en sustitución de José Antonio Alonso. El extorsionador no duda de que esa crisis de Gobierno es parte de un supuesto acuerdo al que se ha llegado con la ETA para afianzar el proceso de paz.
«Ya sabes que aquí hay movida, ¿no?», pregunta Elosúa a su interlocutor. «El ministro Bono lo ha dejado, lo ha dejado o lo han quitado», le explica a Julen, quien no parece haber oído las noticias esa mañana. «Y el ministro del Interior de antes ha pasado. Ahora (en) el Ministerio del Interior está Rubi. Ruicaba. Rubicalba».
El nerviosismo de Elosúa es patente. Ni siquiera es capaz de pronunciar el nombre del ministro. Una vez que su amigo le da el apellido correcto, el jefe de los recaudadores sentencia sobre Pérez Rubalcaba: «ése, ése ya sabes que es blando».
Acto seguido, el responsable del aparato de extorsión de la ETA hace un análisis sobre el nombramiento. «Eso es bueno, tú». Y es ahí donde da entender que había un acuerdo con los interlocutores del Gobierno, según los investigadores. El nombramiento es «algo de lo que se habló» en esos supuestos contactos, apunta el terrorista. Julen lo interpreta en la misma clave. «Coño, coño, coño, sí», coincide el interlocutor.
El recaudador se muestra exultante. «Esto va adelante, va adelante», se felicita el cabecilla de la extorsión, que incluso se atreve a vaticinar -siempre en clave porque sospecha que su teléfono pueda estar pinchado- la inminente excarcelación de los presos de la organización. «Y parece que van a salir nuestros amigos. de dentro», asegura.
Ese desconocido es el que, siempre en clave, inquiere a Elosúa por instrucciones a los miembros de la ETA. Julen pregunta qué va a pasar ahora con «la familia», denominación que, según los expertos antiterroristas, el grupo de recaudadores usaba para referirse a la organización. «A la familia dile (que) tranquilos y que ahora, desde luego, no les van a tocar los cojones», responde Elosúa.
Elosúa, que parece jactarse de conocer los entresijos de la negociación en marcha con el Ejecutivo, habla incluso de una amnistía -amistad, en el argot terrorista- a los presos. «Y bueno, tú, pediremos la amistad y si es un poco posible y pueden darlo lo dan y listo».
"El que me dio la nota"
Según habla, el propio jefe de los recaudadores se da cuenta de que su trabajo de extorsión puede entorpecer el proceso -como luego le avisaría el chivatazo policial-. Elosúa, incluso, apuesta motu proprio por suspender el cobro de las extorsiones hasta que se aclare el panorama.
Esta conversación incluye un pasaje bastante enigmático, que los investigadores no han logrado aún desentrañar y que parece apuntar a que Elosúa, antes del chivatazo del 4 de mayo de 2006, ya había recibido algún tipo de comunicación relacionada con ese clima de complicidad durante la tregua. En un momento dado, Elosúa insta a su interlocutor a «llamar al otro, al que me dio a mí la nota esa».
Elosúa, de 75 años, fue detenido el 20 de junio de 2006. Está en libertad provisional por motivos de salud y a la espera de juicio.