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Benedicto XVI habla en 2016 de la razón por la que renunció
ReL 25 08 2016 http://www.religionenlibertad.com/una-entrevista-benedicto-xvi-revela-las-razones-exactas-que--51524.htm
El Papa emérito Benedicto XVI ha acogido en su
retiro en la casa Mater Ecclesiae de Roma a Elio Guerriero, del
diario La Repubblica y le ha respondido a unas preguntas, acerca del motivo detonante de su decisión de
renunciar al cargo. La causa, como siempre dijo
fue la dificultad física y de alud para cumplir algunas de sus
funciones, especialmente una que consideraba importante: que
hubiese un Papa en la JMJ de Rio de Janeiro de 2013. Pero su
viaje a México y Cuba, con su cambio de horario y exigencias
físicas, le convencieron de que otro Papa debía realizar esa
misión. Traducimos a continuación las preguntas del diario
italiano y las respuestas del Pontífice emérito.
-Santidad, visitando por última vez Alemania en 2011, usted dijo:
No se puede renunciar a Dios. Y también: Donde
hay Dios, ahí está el futuro. ¿No le disgustó tener que
renunciar en el año de la fe?
-Naturalmente, tenía presente llevar a término el año de la fe
y escribir la encíclica sobre la fe que debía concluir el
recorrido iniciado con Deus caritas est. Como dice Dante,
el amor que mueve el sol y las demás estrellas nos impulsa, nos
conduce a la presencia de Dios, que nos da esperanza en el futuro.
En una situación de crisis, la mejor actitud es ponerse
delante de Dios con el deseo de reencontrar la fe para
poder proseguir el camino de la vida. Por su parte, al Señor le
agrada acoger nuestro deseo de darnos las luces que nos guían en
el peregrinaje de la vida. Es la experiencia de los santos, de
San Juan de la Cruz o de Santa Teresita del Niño Jesús. En 2013,
sin embargo, había numerosos compromisos que consideraba que no
podría completar.
-¿Cuáles eran estos compromisos?
-En particular, ya estaba fijada la fecha de la Jornada Mundial
de la Juventud que debía tener lugar en el verano de 2013 en
Río de Janeiro, en Brasil. A este respecto yo tenía dos
convicciones muy precisasDespués de la experiencia del
viaje a México y a Cuba, ya no me sentía capaz de realizar un
viaje tan comprometido. Además, . con la impronta
marcada por Juan Pablo II en estas jornadasla presencia física
del Papa era indispensable. No se podía pensar en una
participación televisiva o en otras formas facilitadas por la
tecnología. , Ésta asimismo era una circunstancia por la cual la
renuncia era para mí un deber.
»En fin, tenía la certeza de que también sin mi presencia el
año de la Fe llegaría en cualquier caso a buen puerto. La fe,
de hecho, es una gracia, un don generoso de Dios a los creyentes.
Por tanto, tenía la firme convicción de que mi sucesor
como así ha sucedido- llevaría igualmente al buen fin
querido por el Señor la iniciativa que yo había comenzado.
-Visitando la basílica de Collemaggio en LAquila, dejó su
palio sobre el altar de San Celestino V [el único Papa, además
de él, que ha renunciado al pontificado]. ¿Me puede decir
cuándo llegó a la decisión de tener que renunciar al ejercicio
del ministerio petrino por el bien de la Iglesia?
-El viaje a México y Cuba había sido para mí hermoso y
conmovedor desde muchos puntos de vista. En México me
había impactado la fe profunda de tantos jóvenes, con
la experiencia de su pasión gozosa por Dios. Del mismo modo me
habían impresionado los grandes problemas de la sociedad
mexicana y el compromiso de la Iglesia de encontrar, a partir de
la fe, una respuesta al desafío de la pobreza y de la violencia.
»Tampoco es preciso recordar expresamente cómo me impactó en
Cuba ver la forma en la que Raúl Castro quería conducir a su
país por un nuevo camino sin romper la continuidad con el pasado
inmediato. En ese sentido me impresionó mucho el modo en el que
mis hermanos en el episcopado buscan encontrar una guía para
este difícil proceso partiendo de la fe.
»En esos mismos días, sin embargo, experimenté con
gran fuerza los límites de mi resistencia física.
Sobre todo, me di cuenta de que ya no estaba en disposición de
afrontar un futuro vuelo transoceánico por los problemas del
huso horario. Naturalmente, hablé de estos problemas con
mi médico, el profesor doctor Patrizio Polisca. De esta
forma, se hacía evidente que ya no podría participar en
la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro en
el verano de 2013, se oponía claramente el problema del huso
horario. Desde entonces tuve que decidir en un tiempo
relativamente breve sobre la fecha de mi renuncia.
-Tras la renuncia, muchos imaginaban escenarios medievales, con
portazos y denuncias clamorosas. Hasta el extremo de que los
mismos comentaristas quedaron sorprendidos, casi desilusionados,
con su decisión de permanecer en el recinto de San Pedro, de
subir al monasterio de Mater Ecclesiae. ¿Cómo llegó a esta
decisión?
-Había visitado muchas veces el monasterio Mater Ecclesiae desde
sus orígenes. A menudo había ido para participar en las
Vísperas y celebrar la Santa Misa para todas las religiosas que
pasaban por allí. Por último, había estado con ocasión del
aniversario de la fundación de las hermanas visitandinas.
»En su momento, Juan Pablo II había decidido que la casa, que
antes servía como residencia del director de Radio Vaticana, en
el futuro debía convertirse en un lugar de oración
contemplativa, como una fuente de agua viva en el Vaticano.
Habiendo sabido que aquella primavera concluía el trienio de las
visitandinas, me vino casi naturalmente la certeza de que éste
sería el lugar donde podría retirarme para continuar, a mi modo,
el servicio de la oración al cual Juan Pablo II había destinado
esta casa.
-No sé si ha visto una foto tomada por un corresponsal de la BBC,
el día de su renuncia, donde se ve la cúpula de San Pedro
alcanzada por un rayo [Benedicto hace ademán con la cabeza de
haberla visto]. Para muchos esa imagen sugirió una idea de
decadencia, o incluso del fin del mundo. Ahora, sin embargo, se
me ocurre decir: si esperaban herir a un vencido, a un derrotado
por la Historia, yo a quien veo aquí es a un hombre sereno y
confiado.
-Estoy plenamente de acuerdo. Yo me habría preocupado si no
hubiese estado convencido, como dije al inicio de mi pontificado,
de ser un simple y humilde trabajador en la vida del Señor. Desde
el inicio fui consciente de mis límites y acepté, como he
siempre intentado hacer en mi vida, en espíritu de obediencia.
Luego estuvieron las dificultades mayores o menores del
pontificado, pero también hubo muchas gracias. Me daba cuenta de
que todo aquello que tenía que hacer no podía hacer hacerlo yo
solo, y de este modo estaba casi obligado a ponerme en manos de
Dios, a confiar en Jesús, a quien, a medida que escribía mi
libro sobre Él, me sentía vinculado con una amistad antigua y
cada vez más profunda. Y luego estaba la Madre de Dios, la madre
de la esperanza, que era un apoyo seguro en las dificultades y a
quien sentía cada vez más cercana en el rezo del santo Rosario
y en las visitas a santuarios marianos.
»En fin, estaban los santos, mis compañeros de viaje de
toda la vida: San Agustín y San Buenaventura, mis
maestros del espíritu, pero también San Benito,
cuyo lema de poner por delante a Cristo me resultaba cada vez
más familiar; y San Francisco, el pobrecito de Asís,
el primero que intuyó que el mundo es el espejo del amor creador
de Dios, del cual provenimos y hacia el cual nos dirigimos.
-¿Son, pues, consolaciones espirituales?
-No, mi camino no estaba acompañado sólo por lo Alto. Todos los
días recibía numerosas cartas, no sólo de los grandes de la
Tierra, sino también de personas humildes y sencillas que
querían decirme que me sentían próximo, que rezaban por mí.
De aquí también, en los momentos difíciles, la confianza y la
certeza de que la Iglesia está guiada por el Señor y que, por
consiguiente, podía volver a poner en sus manos el mandato que
me había confiado el día de la elección. Por lo demás, este
apoyo ha continuado tras mi renuncia, por cual no puedo más que
dar las gracias al Señor y a todos los que me expresaron y
todavía me manifiestan su afecto.
-En su despedida a los cardenales, el 28 de febrero de 2013,
prometió a partir de entonces obediencia a su sucesor. En ese
tiempo, tengo la impresión de que usted ha contado con la
cercanía humana y la cordialidad del Papa Francisco. ¿Cómo es
la relación con su sucesor?
-La obediencia a mi sucesor nunca se ha puesto en discusión.
Pero hay además un sentimiento de comunión profunda y de
amistad. En el momento de su elección sentí, como tantos otros,
un sentimiento espontáneo de gratitud a la Providencia. Después
de dos pontífices provenientes de la Europa central, el Señor,
por así decirlo, volvía su mirada a la Iglesia universal y nos
invitaba a una comunión más extensa, más católica.
»Personalmente me impresionó profundamente desde el primer
momento la extraordinaria disponibilidad humana del Papa
Francisco respecto a mí. Nada más ser elegido me llamó por
teléfono. No consiguiéndolo en ese intento, me volvió a llamar
inmediatamente después de su encuentro con la Iglesia universal
en el balcón de San Pedro y me habló con gran cordialidad.
Desde entonces me ha regalado una maravillosa relación
paterno-fraternal. A menudo recibo aquí pequeños
regalos, cartas escritas personalmente. Antes de
emprender grandes viajes, el Papa nunca deja de visitarme.
La benevolencia humana con la que me trata es una gracia especial
para mí en esta última fase de mi vida, de la cual sólo puedo
estar agradecido.
»Lo que [Francisco] dice sobre la disponibilidad hacia los
demás no son solamente palabras. Las pone en práctica conmigo.
¡Que él Señor, por su parte, le haga sentir todos los días su
benevolencia! Es lo que le pido al Señor para él.
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Benedicto XVI habla de la razón por la que renunció
La Gaceta A. M-B Jueves, 25. Agosto 2016 http://gaceta.es/noticias/benedicto-xvi-desvela-razon-renuncio-25082016-1217
En una entrevista concedida al diario italiano La Reppublica, el Papa emérito destaca su profunda comunión y amistad con Francisco y asegura que la obediencia a mi sucesor nunca ha sido puesta en discusión.
En su entrevista con el teólogo Elio Guerrero, autor de una biografía del propio Ratzinger, el Papa emérito explica que una de las principales razones por las que renunció al pontificado en febrero de 2013 fueron sus limitaciones físicas y problemas de salud, que le impedían seguir viajando y cumplir con su deber como Sumo Pontífice.
Tenía dos convicciones bien precisas: después de la experiencia del viaje a México y Cuba, ya no me sentía en la capacidad de hacer un viaje tan fatigoso, cuenta Benedicto refiriéndose a la Jornada Mundial de la Juventud que iba a celebrarse ese mismo año en Río de Janeiro.
Experimenté los límites de mi resistencia física. Sobre todo me di cuenta de que no podía afrontar en el futuro los vuelos transoceánicos por el problema del huso horario, explica.
Ratzinger asegura que no se veía capacitado para asistir a la JMJ y que fue esta la principal razón por la que decidió renunciar a su cargo. Además con la estructura que San Juan Pablo II dio a estas jornadas, la presencia física de un Papa era indispensable. No se podía pensar en una conexión televisiva o en otras formas respaldadas por la tecnología, cuenta en la entrevista.
Esta era una circunstancia por la cual la renuncia era para mí un deber. Tenía finalmente la confianza de que sin mi presencia el Año de la Fe habría llegado a buen fin. La fe, de hecho, es una gracia, un don generoso de Dios para los creyentes, dice Benedicto.
Asimismo, explica que habló de estos problemas con su médico y que desde entonces en adelante lo que tocaba era decidir en un tiempo relativamente breve la fecha de mi retiro.
Benedicto y el Papa Francisco
En la entrevista, el Papa emérito habla también sobre su relación con Francisco y defiende que la obediencia a mi sucesor nunca ha sido puesta en discusión. Cuenta que en el momento de su elección sentí, como tantos, un espontáneo sentimiento de gratitud hacia la Providencia, y que quedó profundamente tocado desde el momento de la extraordinaria disponibilidad humana de Jorge Bergoglio para conmigo.
Desde entonces me hizo el don de una relación maravillosamente paterno-fraterna. Lo que dice en relación a su disponibilidad no son sólo palabras, las pone en práctica conmigo, concluye Ratzinger.
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