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La cuestión de Action Française: ni paz de Cristo ni Reino de Cristo

por Domingo Sanmartí Font,

CRISTIANDAD de Barcelona, nº 15, 1 de noviembre de 1944

En la alocución consistorial del 20 de diciembre de 1926 S.S. el Papa Pío XI condenaba la “Action Française”. ¿Qué había ocurrido? Entre los que no habían seguido atentamente el proceso la estupefacción fue grande y ruidosa campaña que llevaron a cabo una parte de los condenados acabó de confundir las ideas.

Nacimiento y desarrollo de Action Française

Empecemos haciendo algo de historia.

Luis Dimier en su obra “Vingt ans d’Action Française” dice así: “La Action Française empezó a formarse en 1899. En el seno de una reunión que Vaugeois tuvo con M. de Mahy, este respetable miembro del viejo partido republicano de Dreyfus, dijo, que en esta defensa no admitiría nada ilegal. De ordinario estas declaraciones son aplaudidas, especialmente por los conservadores, que hallan en ellas un aspecto de energía, y les gusta. Esta vez este bello efecto fracasó. Vaugeois replicó que él, al contrario, se burlaba de la ilegalidad cuando se trataba de salvar el país. Algunos oyentes protestaron; todo lo que había de mejor en la sala aplaudió. La Action Française estaba fundada” (página 7).

Es notable este fragmento. La primera característica de Action Française es el nacionalismo exagerado, hasta la ilegalidad.

El asunto Dreyfus, uno de los grandes y periódicos escándalos de la III República estaba en su auge. Toda Francia se hallaba dividida radicalmente en dos campos; los dreyfusistas y los antidreyfusistas. Campañas de prensa violentísimas, mítines, folletos, libros, una literatura inmensa apasionaba a los franceses, ante una sonrisa de sorpresa y ligeramente burlona del resto de Europa.

En aquellos días un grupo de jóvenes capitaneados por Vaugeois se reunían en el café de Flora. Sobresalía Charles Maurras, que, joven aún, se distinguía por su clara inteligencia y su habilidad proselitista. Allí acudían Pujo, Montesquiou, Bainville y algunos otros que andando el tiempo formarían entre las más preclaras inteligencias de Francia.

Veían con profundo dolor los escándalos de la III República, el Gobierno del país, entregado a una cábala política esclava de las logias y que pisoteaba los mejores sentimientos de los franceses; esto los hizo evolucionar insensiblemente hacia la monarquía.

Obtenemos una combinación de individuos monárquicos, antiliberales y en religión positivistas, discípulos de Augusto Comte, en su mayoría. Audaces, resueltos e inteligentes, en una revista quincenal (“Action Française”) arremeten vigorosamente contra los falsos valores consagrados por la época.

La situación económica era mala y la revista aparecía con muy poca puntualidad. Una vez salió en la fecha precisa y se propuso celebrar el acontecimiento como un aniversario.

Al declararse monárquicos se hallan en una posición especial.

Los católicos franceses hacia el 1900 están divididos en dos grupos: los “ralliés” que aceptan y colaboran con la República y por otra parte los irreductibles, que sienten un odio inextinguible hacia la “gueuse”, viejos monárquicos que cuentan con las familias más ilustres de la antigua Francia y un buen número de burgueses hondamente católicos.

Algunos de ellos van a engrosar las filas de Action Française un grupo de estudiantes da origen a los “Camelots du Roi”. Ya tenemos el embrión de lo que será el partido. Y es entonces cuando Charles Maurras concibe su idea de unir los católicos y los positivistas.

En realidad la idea no era original suya. Ya a mediados del siglo XIX Augusto Comte la tuvo y había mandado a dos de sus discípulos a Roma a entrevistarse con el P. Beck, General de la Compañía de Jesús, para proponerle una alianza entre los católicos conservadores y los positivistas en una acción política común contra la Revolución y la anarquía. No fueron recibidos y la tentativa fracasó. Maurras quiso reemprenderla.

Las fluctuaciones del proceso Dreyfus llevaron al General André al Ministerio de la Guerra. Este instrumento de las logias organizó un sistema de espionaje y de fichas en todo el ejército: de cada oficial sabía si era católico o no, si iba a Misa solo o con la familia, con devocionario o si él. La cosa se divulgó y en el Parlamento estalló un escándalo imponente. André se defendió como pudo, apoyado por la gritería de los radicales, pero al bajar de la tribuna fue abofeteado por un diputado nacionalista. Todo el país se sintió ofendido por este espionaje y algunos grupos nuevos ingresaron en Action Française.

Sus actividades aumentan. Fundan un Instituto con cátedras de nacionalismo, de las provincias, etc. Hay una de positivismo y otra, como desafío a los liberales, llamada del “Syllabus”, porque este documento antiliberal, antirrevolucionario y autoritario encantaba a los de Action Française, tanto católicos como ateos. Más tarde aparece un diario que toma el nombre del partido.

No vamos a seguir detalladamente las vicisitudes de Action Française. Se trata esencialmente de un grupo formado por la unión de católicos y ateos que aterrados por los males de la política francesa tratan de hacer una contra-revolución instaurando una monarquía autoritaria y apoyando al Catolicismo, perseguido a la sazón con gran violencia, por creerlo la base de la formación de Francia y de su existencia y ser admirable su jerarquía y su espíritu fuertemente organizado. Según Maurras el ideal sería una Francia en que todos fueran católicos o positivistas. Surge el lema: “Primero política”.

Action Française no es sólo un partido político. Sus peligros.

Pero desde el momento que intentan hacer una contra-revolución es preciso que tengan una filosofía y una moral y esto ya traspasa los límites de un partido político y se convierte en una escuela política. Fijémonos en esto que luego volveremos sobre el tema.

Evidentemente, y esto salta a la vista de todos y desde el primer momento, la unión de católicos e incrédulos comporta un grave peligro para la fe de los primeros, tanto más cuanto que Maurras toma cada día con mayor efectividad la dirección espiritual y política del movimiento.

“No pudiendo entendernos sobre la religión nos hemos de entender sobre la política a seguir en materia religiosa. De esta comprensión han salido felices resultados. Algunos espíritus anticlericales se han desprendido de sus prejuicios. Numerosos católicos son amigos nuestros” (Maurras, “La politique religieuse”).

“La política religiosa de Francia debe ser católica y exige el privilegio del Catolicismo en la sociedad tanto como en el Estado” (Maurras, “L’Action Française et la rel. Catholique” pág. 47).

A propósito del Syllabus: “Además de que el Syllabus es, de todos los documentos procedentes de Roma el más ultramontano, es también en el que se define la política católica más rigurosa, más precisa” (Maurras “La politique” pág. 137).

Pero que la unión entraña peligros lo confiesa Maurras claramente: “La situación es delicada, porque todos los creyentes que conviven con incrédulos y viven y trabajan con ellos corren peligros materiales en su fe”. Y más tarde dirá: “No servirá de nada pretender que una colaboración se ejerza sobre el terreno puramente político. Lo sabemos muy bien: la filosofía, la moral y la religión ejercen una inspección de derecho sobre muchas cuestiones que abordan la política, sobre todo tratada desde cierta altura… no se puede negar que estas interferencias pueden y deben despertar en la conciencia católica y en gran número de casos, dudas, preguntas y escrúpulos ya generales, ya personales”. Y luego: “Veo con indudable claridad como algunas de mis páginas, de las que aún subsisten, pueden y deben herir las almas fieles”. (Maurras: “L’Action Française et la rel. Cath. Pág. 40 y 279).

En descargo suyo debe hacerse notar que Maurras nunca ha tenido la hipocresía de hacerse pasar por católico. Siempre ha manifestado claramente su positivismo. Y por otra parte nunca ha tratado, directamente, de hacer prosélitos entre los católicos de Action Française.

A propósito de la autoridad de la Iglesia: “… Lo admitís? Estáis en el seno de la Iglesia. No lo admitís? No estáis en él. Por dura que esta “excomunión” pueda parecer no es exclusiva del Syllabus ni de la Iglesia. Toda doctrina, todo sistema, toda realidad excomulgada para existir” (Maurras, “Politique” pág. 149).

Y en 1900 declaró que si la Iglesia no veía bien su alianza con los católicos no se sorprenderían ni dejarían de tenerle la misma estimación y el mismo respeto.

Errores de Maurras

Enumeraremos someramente los principales errores de Charles Maurras.

En primer lugar es un ateo total. No siente a Dios, ni ve la necesidad de sentirlo. Sería facilísimo multiplicar los textos.

Como buen ateo y discípulo de Comte no puede penetrar la esencia de nuestra Santa Religión. A menudo usa las mismas expresiones, pero se ve bien que en su boca las palabras tienen un sentido muy diverso.

Es muy característica su concepción del Cristianismo y del Catolicismo. Serían dos cosas completamente distintas: el Cristianismo, basado en la Biblia y especialmente en los Evangelios, debidos a la pluma de cuatro miserables judíos, es una religión semita, oriental y perniciosa. “Lo milagroso es, más bien, que el comercio de la Biblia no haya causado mayores males”. “Isaías y Jesús, David y Jeremías, Ezequiel y Salomón… le daban con su ejemplo y sus discursos modelos de pura locura” (Maurras: L’Action Française 15 octubre 1899).

Aunque el artículo vaya contra Lutero y los protestantes alemanes, el Cristo que considera es el mismo nuestro.

Y en cambio es ferviente admirador del Catolicismo. ¿Cómo es posible? Pues sencillamente: porque según él, el Catolicismo tendría un barniz de Cristianismo, pero su verdadero fundamento sería la filosofía griega y el fuerte espíritu organizador de Roma. De la Biblia y de Jesucristo, es decir, de oriental, no habría más que fragmentos cuidadosamente escogidos y bien filtrados en “esta maravilla que es el Misal y el Breviario”. Ve en el Catolicismo, y esto le entusiasma, al defensor del orden y de la autoridad frente a la anarquía, hija de la revolución.

Como se ve su concepción de nuestra Religión y de la Santa Iglesia no puede ser más errónea.

Su idea de la persona es también falsa. No admite el alma inmortal, espiritual, llamada a la vida eterna. Así su desprecio por “los pequeños y los humildes”. Halla nuevos motivos de agravio en que Jesucristo haya redimido a todos por igual, pues así, según cree, es posible que se ponga en peligro al Estado. Elogio de la esclavitud.

El siguiente texto es significativo: “Me he atrevido a evocar en presencia de mil errores los tipos acabados de la Razón, la Belleza y la Muerte, triple y único fin del mundo”. (“Le Chemin du Paradis” pág. 90).

Errores de Action Française

El partido de Action Française no era tan sólo un partido político; era además una escuela política. Maurras lo dice claramente al apropiarse la frase de Barrés: “No hay posibilidad de restaurar la cosa pública sin una doctrina”.

Pero antes hemos citado textos de Maurras en que dice que sostenerse en el terreno puramente político no es posible, ya que éste se mezcla con el filosófico, moral y religioso.

Aunque, como hemos dicho, no hiciera propaganda de sus ideas filosóficas entre los católicos de Action Française, estas no podían menos de deslizarse en sus concepciones políticas y hacer peligrar la fe de los creyentes.

Veamos algo del plan de Action Française.

Se han impuesto como fin “el interés nacional de la Francia real”. Una consecuencia es el nacionalismo exagerado: “Un verdadero nacionalismo coloca la patria ante todo: lo concibe todo, trata, resuelve todas las cuestiones políticas pendientes en su relación con el interés nacional”. Recordemos lo que dice Dimier sobre el origen de Action Française.

“La patria por encima de todo”. La Iglesia enseña y quiere y manda el patriotismo, pero también enseña que no puede ponerse a la patria por encima de todo. Hay intereses más altos.

Aunque Action Française propone una finalidad concreta deseable no pone de relieve los caracteres esenciales del bien verdadero que no sólo ha de ser útil sino honesto, sin contar con que el bien común temporal no es el último fin de la ciudad terrenal. Action Française no dice ni una palabra de ello.

Los medios para obtener este fin son monarquía, etc. Nunca hablan de la cristianización del pueblo. La soberana autoridad de Dios sobre la sociedad es desconocida.

El nacionalismo exagerado es contrario a la justicia y a la caridad. Daudet dice: “He aplaudido la muerte de Matías Erzberger (¡uno menos!), la de Rathenau (¡otro menos!). Aplaudiría igualmente la de Ludendorff, von Seeckt y me alegro del hambre alemán”.

Su concepción de la historia es la de Bainville, que es su historiador oficial. Éste es profundamente ateo.

La fórmula de Action Française es “primero política”, es decir, por encima de todo, la política.

Es el campo totalmente opuesto a “Le Sillon” y por esto se combatieron con saña.

La Condenación

Fue en 1925 cuando Pío XI se fijó especialmente en Action Française “Les cahiers de l’association de la jeunesse Catholique belge” organizaron una encuesta: “Entre los escritores de los últimos veinticinco años, ¿cuáles son los que consideráis como vuestros maestros?” Maurras obtuvo aplastante mayoría. El cardenal Mercier no pasó de cinco o seis votos. Una obra “Charles Maurras, maître de la jeunesse catholique?” por algunas personalidades católicas belgas indicó el peligro.

Al enterarse de ello el Papa quiso leer las obras de Maurras, Daudet y casi toda la colección de Action Française.

La ocasión de intervenir fue la respuesta dada por el cardenal Andrieu, arzobispo de Burdeos, a un grupo de jóvenes que le interrogaron acerca de Action Française. El Papa le manda una carta laudatoria y llama la atención acerca de los peligros que corre la fe de los católicos y aprueba la enumeración y condena de errores en la doctrina de Action Française, que califica de paganismo renaciente y naturalismo. (Respuesta al Card. Andrieu, 5 de septiembre de 1926).

El Presidente de la Liga de Action Française, contestó expresando “su humilde reconocimiento” al Papa, protestando de “su fe entera en los dogmas de la Iglesia” y “de su sumisión a su Jefe”. Creen que la única causa de las advertencias del Papa y del cardenal, es la malevolencia de sus enemigos que siguen de cerca o de lejos al clan modernista o semimodernista.

El diario Action Française, publica con el seudónimo “Sous la terreur” una serie de artículos violentísimos e injuriosos para el Papa y especialmente para el secretario de Estado, cardenal Gasparri. Luego se reunieron en un volumen.

El 20 de diciembre de 1926 en una alocución consistorial volvió el Papa sobre el asunto y pronuncia la condenación definitiva. “En ningún caso es permitido a los católicos adherirse a las empresas y en cierta manera a la escuela de los que colocan los intereses privados por encima de la Religión y quieren poner la segunda al servicio de los primeros; tampoco es lícito exponerse, o exponer a otros, especialmente jóvenes, a influencias o doctrinas que constituyen un peligro, tanto para la integridad de la fe y de las costumbres, como para la formación católica de la juventud”. Tampoco pueden leer o propagar los periódicos o las obras de los individuos que se apartan de nuestros dogmas.

Siguió a esto, el decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio con la condenación de varias obras de Maurras y del diario Action Française. Lleva fecha del 29 de enero de 1914. En tiempo de Pío X se había tratado de ello, pero el Papa, por razón de oportunidad, quiso diferirla, dejando no obstante, preparado el decreto por si alguno de sus sucesores había de usarlo.

La resistencia al Papa

A partir de este momento, el empeño de Action Française, será querer demostrar que el Papa les ha condenado en tanto que partido político a instigación, principalmente, de los católicos demócratas o “ralliés”, los cuales, ciertamente, algunas veces, en su campaña contra la Action Française, por su resistencia, colmaron la medida. Deducen de ello, que no están obligados a obedecer, pues se trata de cuestiones libres y de hecho un gran número de católicos y aún sacerdotes se niegan a reconocer la autoridad del Papa en este asunto. Sostienen, además, que el peligro para la fe, que señala el Pontífice, es inexistente.

Los obispos franceses en una declaración colectiva se adhieren al Papa.

La Sagrada Penitenciaría ordena se niegue la absolución y los Sacramentos a los contumaces.

La posición de Action Française de que el Papa en la condenación realiza un acto político, no es sostenible. Hemos citado algunos textos que lo prueban. Además éstos: “Muy acertadamente Vuestra Excelencia deja de lado las cuestiones puramente políticas, como por ejemplo, la de la forma de gobierno. En este punto la Iglesia deja a cada cual plena libertad. Pero no es igualmente libre, Vuestra Eminencia lo hace notar bien, el seguir ciegamente a los dirigentes de Action Française en las cosas que se refieren a la fe o a la moral” (carta al Card. Andrieu del 5 septiembre de 1926). “Nuestras palabras pasadas o presentes no Nos han sido inspiradas ni por prejuicios o por celos de partido, ni por consideraciones humanas, ni desconocimiento o insuficiente estima de los beneficios que la Iglesia o el Estado han obtenido de ciertos hombres o de una agrupación o escuela, sino sólo y únicamente por el respeto y la conciencia de una obligación de Nuestro cargo de defender el honor del Rey divino, la salvación de las almas, el bien de la Religión y la prosperidad futura de la misma Francia católica” (alocución del 20 de diciembre de 1926). “Se ha revelado una ausencia absoluta de toda idea exacta sobre la autoridad del Papa y de la Santa Sede y de su competencia al juzgar su extensión y las materias que le pertenecen (carta al Card. Andrieu del 5 de enero de 1927).

Si al condenar una doctrina que pone en peligro la fe, alcanza al mismo tiempo a un partido político, o si los adversarios de este partido faltan a la caridad, es un asunto del que no se puede hacer responsable al Papa.

En cuanto a que la acusación del Pontífice sobre los peligros que corría la fe de los católicos era infundada, la historia de la lamentable resistencia de muchos de ellos es la mejor prueba de la razón que asistía al Papa.

Posteriormente Action Française hizo sumisión y el Papa levantó la condena al diario manteniendo la de las obras de Maurras; aunque promulgada por Pío XII parece ser que Pío XI la tenía ya preparada cuando le sorprendió la muerte.

Podríamos resumir este artículo y el publicado sobre “Le Sillon” en el número 13 de “Cristiandad” diciendo que los sillonistas, con su falso pacifismo no entendieron “La paz de Cristo” y que la monarquía de Action Française era incompatible con “El reino de Cristo”, y ni unos ni otros comprendieron la magnífica fórmula adoptada por Pío XI: “La paz de Cristo en el reino de Cristo”.