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6 UNIDAD SEGÚN SÍNTESIS
(Conferencia dada en Barcelona en el
Congreso de la sección española de la SITA celebrado en 12 - 14
septiembre de 2002)
V. El conocimiento del misterio trinitario y su doble necesidad
Francisco Canals Vidal
"El conocimiento de las personas divinas fue necesaria para nosotros doblemente. De un modo, para sentir rectamente de la creación de las cosas. Pues, por cuanto decimos que Dios hizo todas las cosas por Su Verbo, se excluye el error de los que afirman que Dios produjo las cosas por necesidad de naturaleza. Y, en cuanto afirmamos en él la procesión del Amor, se pone de manifiesto que Dios no produjo las criaturas por alguna indigencia, ni por causa alguna extrínseca, sino por el amor de su bondad, por lo que Moisés, después de decir en Génesis 1, 1 "En el principio creó Dios el cielo y la tierra", añade: "Dijo Dios: "Hágase la luz, para manifestación del Verbo divino"; y después dijo: "Vio Dios que la luz era buena, para poner de manifiesto la prueba del divino amor", y semejantemente en todas las otras obras".
"De otro modo, y más principalmente, el conocimiento de las divinas personas nos fue necesario para sentir rectamente sobre la salvación del género humano, que se perfecciona por el Hijo encarnado y por el Don del Espíritu" (S. Th. Iª, Qu. 32, artº 1º, ad tertium).
Hay que reconocer que Santo Tomás, para quien la necesidad del conocimiento de la Trinidad para el conocimiento de la salvación humana lo es de un modo más principal que para el conocimiento recto de la Creación, no nos da mayores precisiones. Si entendiésemos que la definición del Vaticano I obliga a reconocer como perteneciente a la capacidad natural del hombre el conocimiento de Dios en cuanto Creador libre del universo, tendríamos que calificar aquella necesidad tal vez de no absoluta, sino moral. Es ésta una cuestión importantísima, pero no es el objeto directo de esta ponencia. Basta para su contenido e intención dejar sentada la afirmación de Santo Tomás que ciertamente exige, para comprender su síntesis, atender al misterio trinitario para comprender la divina libertad de albedrío en el acto creador y su gratuita liberalidad, por la que el Amor divino, en su Creación y en su Providencia, no busca para sí los bienes del universo, sino que su Amor es el que infunde y crea la bondad en las cosas.