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Canals propugna que se declare doctor de la Iglesia a san Ignacio de Loyola en una entrevista en Zenit

Ignacio de Loyola, ¿Doctor de la Iglesia? Asociaciones católicas piden que el fundador de los jesuitas reciba este reconocimiento.

Barcelona, 8 enero 1998 (ZENIT)-

Pocos meses después de declarar a Santa Teresa de Lisieux Doctora de la Iglesia, organizaciones católicas de diferentes países del mundo han lanzado la iniciativa de solicitar para San Ignacio de Loyola la misma declaración. La propuesta proviene, en buena parte, de miembros de obras de inspiración ignaciana como el Apostolado de la Oración, las Congregaciones Marianas, las Comunidades de Vida Cristiana, la Obra de Ejercicios, &c., así como religiosos y sacerdotes en distintos puntos del planeta.

Francisco Canals Vidal, de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y catedrático emérito de Metafísica de la Universidad de Barcelona, ha explicado las razones de esta petición en un artículo publicado en la revista «Cristiandad».

«La propia Iglesia, a través de sus máximos Pastores –explica el reconocido filósofo–, ha ido ofreciendo la doctrina de San Ignacio como una vía excelente para el crecimiento en la vida cristiana.

El 25 de julio de 1922, el santo fue proclamado por el Papa Pio XI "Patrono de todos los ejercicios espirituales e institutos a ellos dedicados".

En la encíclica «Mens Nostra», el 20 de diciembre de 1929, el mismo Papa hacía una formal recomendación universal del camino espiritual de San Ignacio, caso singularísimo en la historia de la Iglesia. Se refería a él como "tesoro que Dios ha manifestado a su Iglesia en estos últimos tiempos", que "adornado con plenas y reiteradas aprobaciones de la Santa Sede (…) ha producido durante casi cuatro siglos, grandes frutos de santidad".

Este sería ya un argumento suficiente para la declaración del Doctorado. El doctor Canals considera que existen puntos comunes entre Teresa de Lisieux, e Ignacio.

«No olvidemos que la doctrina de San Ignacio "es más práctica que especulativa", como dijo Francisco Suárez. Y que cuando el santo escribió el libro de los Ejercicios, todavía era un hombre sin estudios. Tanto en el caso de la santa carmelita de Lisieux como en el de Ignacio de Loyola, se trata de escritos "ilucidados por la virtud divina", es decir, recibidos por don y carisma del Espíritu Santo».

Según esta teoría, también podría incluirse entre los doctores a uno de los más grandes y amados santos de la historia de la Iglesia, san Francisco de Asís. El catedrático catalán se muestra de acuerdo.

«Entre otros motivos, porque el Pobrecillo ha sido ejemplo, modelo y acicate para numerosos santos y santas posteriores a él, entre otros el propio Ignacio. Más allá de las diferencias de estilo y modo de ser, ambos santos viven y enseñan el Evangelio y el amor a la Iglesia en forma eminente. El carisma doctoral es "palabra de sabiduría y ciencia, palabra de discernimiento de espíritus" (1Cor 12, 8-10).

Tanto los Ejercicios de San Ignacio, como escritos más breves y poéticos como el Cántico de las Creaturas de San Francisco, o la impresionante Historia de un Alma, se apoyan sobre el fundamento de la fe, y de tal manera brilla en ellos la sana doctrina, que hallamos ahí una profesión luminosa de la fe católica».

Pero, ¿no deberían ser los superiores de la Compañía quienes solicitaran el doctorado para San Ignacio?

«Evidentemente. Pero ya ahora esta solicitud cuenta con el apoyo de multitudes de fieles de todo el mundo», responde Francisco Canals».

(Zenit, Agencia Internacional Católica de Noticias, 8 de enero de 1998, ZE980108-3.)