HISTORIA UNIVERSAL

CONCEPTO DE HISTORIA

La Historia es el estudio o la ciencia que estudia los hechos o fenómenos (de todo tipo y de toda duración) trascendentes de la vida de la humanidad, en todas sus conexiones, tanto sincrónicas (con hechos de la misma época), como diacrónicas (con sus antecedentes y causas, y con sus consecuencias).
Diacrónico significa de épocas diferentes: anteriores o posteriores.
Sincrónico significa que es de la misma época, simultáneo.

Fenómenos históricos según su duración:

Profundización y ampliación de la definición de historia

La historia es la ciencia que estudia la interconexión sincrónica y diacrónica de los fenómenos importantes, proyectivos, de la vida de la humanidad que transcurre en el tiempo; los fenómenos, por tanto, que tienen la suficiente importancia para proyectarse en las épocas siguientes, en el futuro a través del presente; fenómenos de todo tipo -económico, social, político, cultural, artístico, religioso- y de toda duración -larga, media o corta-.
Son procesos, pero no hay inconveniente en llamarlos hechos pese al malentendido positivista. El problema del positivismo no es que potencie demasiado los hechos, sino que no quiere considerar todos los hechos, sino sólo los cuantificables, medibles y, sobre todo, compatibles con su creencia de lo que es científico; y descarta los que los pueden valorar y dar sentido, precisamente los más vitales.

Hay hechos trascendentes y hechos que se agotan en su puro pasar, como dice Millán Puelles. Los primeros, por influir en el curso del acontecer humano ulterior y dar a éste una orientación, entran en la historia; los otros, como cerrados y estériles, quedan fuera de ella. Aquello a lo que compete ser histórico es actual en tanto que presente considerado de manera formal, no material; lo histórico se define únicamente por su permanencia. En este sentido, toda historia es historia contemporánea. Cada situación histórica presenta una interconexión sincrónica de elementos de todo tipo, pero además tiene -según el mismo autor- un doble contexto previo y posterior, una dirección proyectiva, además de una dimensión retrospectiva. Lo que hace ser histórico a un fenómeno es la virtualidad por la que trasciende. Historiar, por tanto, es conocer la virtualidad de los fenómenos. De ahí el carácter formalmente conectivo de todo conocimiento histórico. Establecer la conexión es el conocimiento histórico. Lo demás lo es sólo indirectamente, materialmente, si sólo es preparar los materiales. La forma del conocimiento histórico es la síntesis dinámica y conectiva de la continuidad de los fenómenos o procesos. Analizar objetos históricos aislados no es tarea histórica. Pero sí insertar en su contexto histórico ese análisis, que puede tomar del economista, sociólogo, filósofo, etc., o hacerlo él en cuanto economista, sociólogo, filósofo. Esto es combinar lo lógico con lo cronológico adecuadamente. Establecer el sentido general correcto y, en él insertar los datos trascendentes que lo indican verificados concienzudamente.

Todos estos planteamientos enlazan y se aplican a la metodología didáctica. Como trabajar la cronología más que como memorización de fechas, como búsqueda de las fechas de fenómenos históricos significativos, exponiendo su significado. Así se ayuda a evitar la cuantofrenia (Gurvicht). En el conocer histórico, el entendimiento lleva a unidad conectiva los elementos plurales coimplicados y verificados. Su única norma es la verdad. Así se puede superar la visión burocrática de la historia y también la manipulación histórica de signo contrario.

Todo ello utilizando el lenguaje común, llano, sencillo, sobrio que, por otra parte, es el más apropiado en historia, no la pedantería, que es inapropiada en todo. La historia nunca ha sentido la necesidad de usar tecnicismos, llega a decir F. Suárez; y Braudel recomienda taxativamente usar las palabras vivas del lenguaje vulgar. Lo cual no quita, sino que, al contrario, exige aclarar a los alumnos los tecnicismos y terminologías tópicas de las escuelas de moda para que les pierdan el miedo y para que sepan manejarse con soltura ante las realidades más allá de la barrera de las apariencias.

Libertad y verdad en la historia

Las ciencias humanas o sociales no son deterministas. No pueden conseguir establecer leyes deterministas que permitan conocer el futuro humano en términos matemáticos a partir de datos empíricos naturales. Hay que tener en cuenta la personalidad libre de cada individuo en la multitud de las sociedades humanas. No obstante, hay una parte condicionada en la libertad de los actos humanos. Hay que contar con lo condicionando, con lo que el hombre decide y con lo que no decide.

Es evidente que el hombre como animal racional que es, según la expresión aristotélica, es un ser por una parte biológico, sometido como tal a las leyes de la bioquímica. Y entra en los esquemas de la caracteriología por la interacción psicosomática. Además está inmerso en la naturaleza. Asimismo es evidente, por otra parte, que, como ser racional y social por naturaleza -también según el mismo Aristóteles-, tiene tendencia siempre a la afirmación y realización de valores tales como verdad, justicia, bondad, fraternidad, solidaridad, laboriosidad, creatividad... Y que tiene pasiones que someter para que impulsen en el mismo sentido, porque si no, frustran esos valores sometiéndole y convirtiéndole en un mal para sí mismo y para los demás.

Por su parte, la Sociología nos indica que además de los factores de la naturaleza, existen los factores sociales y económicos y que también influyen en el quehacer humano: factores geográficos y demográficos; las condiciones económicas tan ligadas a su vez a las geográficas y a las demográficas, además de a los factores culturales; sociales (idiosincrasia nacional o regional, costumbres, tradiciones, propaganda y publicidad, presión social, control social); políticos (coacciones, presiones, interiorización ideológica, terrorismo)... Todo esto es verdad que condiciona los actos humanos, sobre todo considerados a escala social. Y que hay muchos actos reflejos e instintivos, pasionales, influidos y coaccionados por la propaganda y otras presiones y no tan puramente voluntarios, incluso y sobre todo en los que dicen hacer lo que les da la gana. Pero todo esto no elimina la voluntad libre: una cosa es que la voluntad pueda o no y otra muy distinta que en lo que pueda, poco o mucho, sea libre, como dice Ferrán. Y el papel de la libre voluntad humana es la afirmación y realización de aquellos valores a través de los condicionamientos materiales y sociales y sirviéndose de ellos incluso. La libertad es la liberación de las coacciones del mal precisamente, el poder liberarse, o en realidad ser liberado de las coacciones nocivas, no tener siempre que obrar mal forzadamente, coaccionados interna o externamente, sino poder obrar bien.

La verdad

No obstante, se les puede llamar ciencias a las sociales en el sentido de que buscan un conocimiento demostrativo con pruebas de la verdad de sus conclusiones. Y lo buscan con métodos que pueden ser de alta especialización, utilizando a veces la tecnología más moderna para obtener información de sus fuentes y procedimientos matemáticos en el tratamiento de sus datos. El objeto de la Ciencia es la verdad o, lo que es lo mismo, lo que busca la ciencia es el conocimiento de la realidad. No subjetivismos, que son fuente de enfrentamiento, sino la verdad, en la cual todos podemos coincidir. Como decía Machado (Proverbios y cantares, LXXXV):

"¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela".

Y también, en lo que se puede aplicar para rechazar el concepto burocrático de la historia, como lo expresaba Einstein en carta al ministro de Educación de Mussolini antes de 1932:

"El deseo de alcanzar la verdad debe anteponerse a todos los demás. Fue este principio el que permitió a nuestra civilización iniciar su desarrollo... la búsqueda de la verdad científica, al margen de los intereses prácticos de la vida cotidiana, es algo que todo gobierno debería considerar sagrado, y, en interés de todos, debería dejarse trabajar en paz a los honrados servidores de la verdad".

La Geografía y la Historia vienen integrando desde hace muchísimo tiempo todo un conjunto de elementos materiales de las otras ciencias sociales, además de otros de las ciencias naturales y de algunos operativos matemáticos y, por supuesto, son informadas por las concepciones filosóficas subyacentes o explícitas, pero siempre decisivas para comprender y, por tanto, para expresar los conocimientos históricos: "La verdad de la historia está en función de la verdad de la filosofía que el historiador pone en juego" (H.I. Marrou).

De hecho, los profesores de Geografía e Historia conocemos por lo general las otras ciencias sociales a través de esta integración y utilización de sus conocimientos en nuestras disciplinas habituales, pero desde el punto de vista, u objeto formal, geográfico o histórico. El objeto material puede ser y es el mismo que el de otras ciencias, pero el objeto formal, lo que hacen con esos materiales, las define como ciencias diferentes esencialmente. Cada ciencia recibe sus principios de su ciencia superior. El concepto de lo que son las cosas y de lo que es el hombre y de todo lo humano lo reciben la Historia y la Geografía de la Filosofía. Cuando el geógrafo y el historiador, para hacer su Geografía y su Historia, conocen y definen esencialmente lo que es el hombre y todo lo humano, para explicar cómo ha llegado a ser lo que es y cómo se distribuye por la superficie del planeta, lo conocen y definen haciendo filosofía. Aunque sea partiendo de lo que diga el filósofo, es el geógrafo y es el historiador quienes lo tienen que comprender y expresar ellos. Y así lo hacen, sea buena filosofía, o falsa filosofía, como acontece.