CRISTIANDAD FUTURA

Las Actas del Congreso Internacional de 2007 sobre el Corazón de Jesús

Reseña de Guillermo Juan y Morado, sacerdote y teólogo, en infocatolica 2009-06-26 http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=3643

D. Amado-E. Martínez (eds.), Actas del Congreso Internacional “Cor Iesu, Fons vitae”, Editorial Balmes- Instituto Internacional del Corazón de Cristo, Barcelona 2009, 660 pp.
http://www.balmeslibreria.com/Actas-del-Congreso-Internacional--Cor-Iesu--Fons-Vitae-/_K2axw6dHFZTmAHGbD4qxvx9BnlNGxqwj

Las «Actas» de este Congreso, que reunió a 370 participantes, ponen de relieve que esta tarea de profundización – y de actualización - ha sido lograda. Frente a la cultura de la muerte, se trataba de presentar al Corazón de Jesús como Fuente de vida.

He recibido las “Actas del Congreso Internacional Cor Iesu, Fons vitae”, celebrado en Barcelona entre el 1 y el 3 de junio de 2007 y organizado por el Apostolado de la Oración, el Instituto de Teología Espiritual de Barcelona, la Fundación Balmesiana y “Schola Cordis Iesu”.

En un cuidadísimo volumen, coordinado por David Amado y Enrique Martínez y publicado por la editorial Balmes, se recogen las ponencias de este Congreso, así como las cuarenta y una comunicaciones presentadas.

La “crónica del Congreso”, a cargo de Enrique Martínez (pp. 29- 49), ofrece, a la vez, un resumen del contenido del volumen y una introducción adecuada a la lectura del mismo. Dos conmemoraciones motivaron la celebración de este Congreso Internacional: El ciento cincuenta aniversario de la extensión de la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia, por mandato del Papa Pío IX, del 23 de agosto de 1856, y el cincuentenario de la encíclica “Haurietis Aquas”, de Pío XII, del 15 de mayo de 1956.

El objetivo del Congreso era no sólo hacer memoria de esos dos acontecimientos, sino, como señalaba Benedicto XVI en su Carta al Prepósito General de la Compañía de Jesús en 2006, reavivar la fe “en el amor salvífico de Dios”. Para contribuir a este fin se hace necesario seguir profundizando en los fundamentos bíblicos, patrísticos y teológicos de la devoción al Corazón de Cristo.

Las “Actas” de este Congreso, que reunió a 370 participantes, ponen de relieve que esta tarea de profundización – y de actualización -  ha sido lograda. Frente a la cultura de la muerte, se trataba de presentar al Corazón de Jesús como Fuente de vida.

Las ponencias resultan, a mi modo de ver, del máximo interés. Podríamos destacar, de entre todas ellas, siete especialmente significativas: La de Mons. Brunero Gherardini sobre “El Beato Pío IX y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús”, la del Cardenal Vanhoye acerca del “Corazón sacerdotal de Cristo”, la de Ignacio Andereggen  titulada “El Corazón del Verbo Encarnado”, la del P. Edouard Glotin sobre “El Corazón de Jesús y la vida sacramental”, la de José Antonio Sayés – “Pecado y satisfacción en la Teología del Corazón de Jesús” – , así como la de Juan Antonio Martínez Camino – “Deus caritas est, una encíclica del Corazón de Jesús” – y la del Cardenal Salvatore de Giorgi con el significativo título de “El Corazón de Jesús, fuente de vida para la familia”.

Otras contribuciones deben ser reseñadas: de carácter bíblico, recogiendo las enseñanzas del magisterio de la Iglesia o el modo de entender y vivir la devoción al Corazón de Jesús de figuras significativas de la espiritualidad como Santa Teresita del Niño Jesús o Santa Faustina Kowalska. No han quedado al margen de las aportaciones al Congreso la preocupación por la nueva evangelización, por la fecundidad del apostolado de la oración, o por el papel que, en la vivencia cristiana de Juan Pablo II y de la Madre Teresa de Calcuta, ha desempeñado la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Las comunicaciones son variadas y pueden ser agrupadas en tres secciones: de carácter predominantemente teológico, histórico o espiritual.

Otros documentos enriquecen estas “Actas”: entre ellos, el “Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI” y las homilías de la inauguración y de la clausura del Congreso. Creemos que esta edición de las “Actas” ayudará a que, como expresó en su “saludo” el P. Pedro Suñer, Dios, infinitamente amable, será infinitamente amado.